A mi poesía le duele la espalda.
Esta de contracturas repleta su chirriante andamiaje.
Pienso que de la sal celeste que suele desprendérsele de la boca como un tequiero,
Debe ser la culpa de su mala prensa.
De su no-prensa.
A mi poesía le hace falta alfabeto.
Círculo y apretón de manos.
Algún edificio que transpire historia.
¿Pero es que nadie puede leer un signo que no lleve corbata?
Mi pregunta no es de madera y de ensueño.
No quiere parecer retórica.
A mi poesía me la desayuno cada mañana
Esperando sobre el barro algún colectivo.
Escuchando la flecha salvaje de una sirena nocturna.
Escribiendo en un cuaderno de 6 pesos
Algún apunte sobre la mecánica del olvido.
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