El martirio de esperarte termino
Y ahora golpeas la puerta con desesperación.
Lúgubres destellos salen de tu negro pelo
Iluminado tenuemente por las velas.
La cena, ya fría e inservible,
Resulta prescindible
Y ya es parte de la decoración
No así la lujuria y la bebida de ocasión.
Tus sonrosadas mejillas y tu mirada angelical
Me conquistan segundo a segundo,
Me doblegan a tu voluntad
Y no me puedo detener…
Y aunque quizás
Nadie conozca el sustento de nuestro amor
Unos momentos, que serán fulgurantes días de sol
Viviré feliz sabiendo que estoy a tu lado.
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