27 junio 2011

Más desecho y más izquierdo

Clase '45

Cantando bajo la lluvia de la ducha
soy Sandro
Habiendo yo nacido en Aries
soy tan de fuego  como él

Examinados juntos para la colimba
sólo él firmaba autógrafos
en calzoncillos

Pasan las décadas y retiene
a ¡Rosa, Rosa! en los escenarios
pero la más codiciada Rosita de mi barrio
me tiene a mí

Sandro con sus fans
yo con sus discos:
cada cual con su vigencia
y achaques.






Hoy por la mañana

Hoy por la mañana no supe
qué hacer conmigo

A la tarde extrañé
al que fui en tiempos
sin duda mejores

Por la noche sucumbí
a un remordimiento
Lo cual tronché
                         reiterándome.

La luz logró pintar toda la foresta

con breve pincelada
entre las hojas
a través del sol de lo verde
mientras se derretía
con una impalpable sonrisa

de noche un sol
innominable selva
voz de árbol
frío del mundo
vida del frío

un rayo de luz
astral en el enjambre
amarillo y luminoso
imperceptible
pinta la selva.

25 junio 2011

Invasores de las memorias

No voy a soportar que me mires así
No me mires así
no me mires más
Acallá tus pulmones
atalos con alambres

Que no vengan a decirnos
Que no me digan que vos
No oigas esas injurias de mí
Que se habla y jamás se sintió el viento
La música que fuera verdad quedó en un combinado
Y el mueble arde en llamas de saber
Perdiendose en un pasado ajeno
.

Hoy sólo se oyen bocas cuadradas
graznidos de clarinetes oxidados
Los que nos rodean tienen un aliento helado
y cuando hace frío es una salva de carámbanos
No sirvió ser devoto
para tener el favor de la paz
que no, no era un derecho

El tórax se llena de bilis
como sangre espesa y férrea
Miramos con esa timidez nuestra, nuestros pies
y las baldosas que vemos son distintas
entonces la timidez vuelve a ser sólo mía
Ya no llegan a mí más rumores de tu piel


Vinieron nomás, malditos
Hablan todo el tiempo y no te dejan
De mí no mienten, verdad? Malditos
Los vapores me congelan la piel
La música arde en llamas de regresión
Los analgésicos aceleran y repercuten sobre mis tímpanos
De repente a todos les importa

Y yo ya quiero volver a casa de esta pesadilla
Vuelvo a verte verme así, basta
Se repiten las escenas de una memoria venenosa
Invadiste todo ya
Tu voz borbotea bilis férrea
Me enseñaste que la felicidad son fotos que jamás haran una película
y que la vida
es una agonía

Vuelvo a la cuna para recibir tus azotes
encarnaste en todas las pieles para estar ahí
solamente para estar ahí y castigarme
solamente para ser vos y nadie más
y el futuro se impregna de este aroma a carne quemada

20 junio 2011

Sábanas, frazadas, cubre-cama

¿Sos capaz de contar aquellos sueños? Quizás puedas pedir al tiempo erosionar los ásperos recovecos, pero conocés el riesgo de que todo vuele con el olvido.

Volvamos a ese tiempo al que nuestros átomos ya no pertenecen. Los destellos detrás de ambos párpados te figuraban varias personas, todas ajenas. Un anuncio televisivo en un lugar presuntamente familiar. A medida que te acercás, te apropias de todo y ya no es ajeno, es propio. Estás ahí con los demás y el invariable número de gente no deja otra que que seas uno de los que veías desde lejos momentos antes ¿Pero cuál? A cada instante deja de importar porque ya estás siendo otro de esos.

Comenzás a reparar en el terreno; por aquí, terroso, pastoso; por allí, lodoso, pantanoso. No hay orilla y ya es el río, el ancho río o el mar de la desembocadura argenta. Pero incoherente flota a la deriva una miniatura del Perito Moreno, frío, indiferente, nadando paciente al sur. Algunos están parados por ahí, con el agua por la cintura, entre briznas de pasto.

Se hablaba de algo, se compartían distintas ideas pero estando de acuerdo. Se comenzaron a desplazar entonces, viendo las vías pasar por un puente, hasta la ladera de una colina que tal vez fuera montaña. Teniendo un camino angosto, cercado, con alambres de púas, recorriendo el costado de la ladera; un sendero de montaña de la España del ’30 recién sacado de algún cuento bélico de Hemingway. Y te acercabas adoptando nuevamente el principio omnisciente de flotar y recorrerlo todo con un vistazo, siendo entonces y recién entonces cuando te hacés la gran pregunta. Rodeás así el camino cercado mientras los demás encuentran la forma de encaminarse por dentro de él y te das cuenta que quedaste afuera, y te agarrás del alambrado con veinte dedos, y trepás encontrándote con que no sabés cómo vas a pasar el alambre de púas que hay por encima, y te ayudan logrando que logres pasar el cercado. Y ya entonces te hacés la gran pregunta por segunda vez.

¿Todo esto no será un sueño? Para que con esta patada de la consciencia visites la vigilia chapoteando un charco febril. Después te perderás (porque así fue) en otros sueños ya más auxiliados por la vigilia donde atribuirás tus capacidades omniscientes o superpoderes que dominas con toda tu voluntadvigílica. Así visitás lugares mucho más familiares, no vagamente familiares. Así no falta coherencia a las calles del vecindario y del centro, aburridas como la vigilia misma, que son sólo intervenidas por maleantes de semblante inteligentemente malicioso (cual porteño de ley) fácilmente sorteables mediante el ejercicio de esa voluntad de poder despabilado que te remonta en vuelo por sobre tus pasos, alejándote de ellos gracias a la memoria de un cuerpo-realidad arrebujándose consentidamente en el sofocante calor febril de sábanas, frazadas y cubre-cama.

19 junio 2011

 








































de amores y otros menesteres

I.
Tu boca,  es un vasto universo
que me corrompe
 poco a poco
                     cuando te miro.
II.
El silencio
muere en tus ojos
y allí se queda.
           Reposando…
                                    ...no volverá.
III.
Jamás se vuelve a encontrar paz
                 en este mundo
cuando uno descubre
                      que se ama con locura.
                                        Ardiendo.

16 junio 2011

Sólo los fantasmas creen en los fantasmas.

Julio Córtazar.

Poema para los dormidos,
(los dormidos que no se despiertan
ni con el pulso de un violín)
descompuesto en varias partes,
sin rimas ni agujeros.
Escrito sin escribir
como el agua que corre dentro de la piel:
la sangre.
La sangre, la
que sangro y dejo sangrar
que es mi noble escencia
(por excelencia)
diafana en demasía ya que es
mi cielo interno
mi mayor tesoro
o mi mayor secreto
más sincero que los sueños,
más real que los errores
Es mi sangre la que corre
ahora.
En su ritmo de espera
y es su ritmo
la que habla.
Es mi música, mi llanto.

Para la sangre que es la raiz de mi cuerpo
y danza en su gloria eterna
como un abrazo infinito entre dos enamorados
o el cólera de un beso oculto:
este poema (sin pies ni cabeza por mucho que florezca)





http://ombligombligo.blogspot.com/

Escenas en el colectivo

I

Delante de mí los hipopótamos comenzaron a envenenarse despacio. Desde niños. Al llegar a la adultez, ya sus panzas y sus cabezas ocupaban todo el asiento y no se veía por la ventanilla. Me pasé un pañuelo húmedo por la frente y llegué a la parada. Tal vez los hipopótamos llegaron a destino también, si no se murieron antes.




II (DOLOR DE CABEZA)

El café y el azúcar en la taza. La pava en el fuego. Las ganas de tomarlo. Mi espera.

Se sentó delante de la familia numerosa. Escuchó la conversación tediosa hasta que no le fue posible. Los niños colocaron su cuello entre el vidrio y el marco de la ventanilla. Con mucho esfuerzo y luego de muchos intentos lograron separar la cabeza del resto del cuerpo. Saltaron al exterior y aplastaron repetidas veces la humana pelota hasta deformarla completamente. El papá y la mamá lanzaron puñetazos al estómago, al pecho,, a los brazos inertemente sentados hasta enrojecer sus nudillos. El colectivero miraba atentamente por el espejito.

El café está humeante y sabroso. Sale el sol.





III (BERRINCHE)

- Mamá, no voy a fumar, ya te dije
- Pero nene, cuándo me vas a decir que sí?
- Ay, no insistas, má, ya tengo 5.
- Bien que con María compartiste ayer uno…
- Es mi hermanita, no es lo mismo…
- Pero dale, hijito, son de los que fuma tu papá!
- Basta mamá, no seas pesada, no quiero y no quiero.
- Como no cambies de idea cambiamos a María de colegio.
- Ya dijiste eso hace un mes, y lo de separar las camas también.
- Cuando lleguemos a casa vamos a hablar con tu padre, vas a ver vos.




IV (MADRE)


- Madre, estoy preocupado por la falta de conexión entre la banda sonora y la imagen en este colectivo. Toco el timbre como para bajar. Y espero.
- Y estoy preocupado por la falta de coherencia, de lo demás no quiero una respuesta. Voy a descender.






V (PERTURBADO)

- ¿Te bajás?
- Descendés.
- No, ¿bajás?
- Desciendo.
- Claro, pero también sos.
- Perturbado.
- ¿No?

14 junio 2011

Juntas a la par




http://imagenescongeladas.blogspot.com

A vos


Te ame.
Cada minuciosa hora.
y del trigo azul de mis tequieros robaste el aliento.

Te di hasta donde las promesas se vuelven buenosdias.
y probaste, como quien practica su gracia,
 otro beso.

Sigo siendo tuyo y
-me jurás- que todavía sos mía.

Ya poco nos interesa.
 a donde voló la ausencia de ausentes.
a donde la presencia de temor como perro 
segmentadito de noches y de premoniciones.

me juras que las cosas suceden  y pasan
 y solo quedamos nosotros con nuestra alegría, 
con nuestro descontento.
Te juro, corazón,
que te quise arrebolado de crepúsculos,
 hasta donde nace el viento.

te juro que a pesar de mi esperanza.
de mis libros y tus noches bajo la piel
ya no se si te quiero.

13 junio 2011


Realidades...¿Cercanas?

11 junio 2011

Estructura del Civilizado

No puedo ser hermano, menos aún mayor
No puedo ser nieto ni puedo ser amigo
No puedo ser un trabajador en la sociedad
Porque no logro ser HIJO
                ¿Por qué no logro ser hijo?
                ¿Qué es ser hijo?
                ¡¿Qué quieren que haga para ser hijo?!
                ¡¿Por qué me persiguen y todo lo que hago es una falta…
                …por no haber sido hijo
¡¡NO!! No me vengan más con que la vida es simple
Basta de la farsa de que somos quienes la complican
LA VIDA ES COMPLICADA/COMPLEJA
No la complico yo, no me carguen más culpas, no

¡¡Los Padres!! Pe Y eMe tienen la culpa
Esos dos viejos de siempre en sus carnes y huesos
Y como gran metáfora del gran tiempo eterno que nos precede
“SOMOS LO QUE HACEMOS CON LO QUE HAN HECHO…
…de nosotros”

No puedo más con tanto peso
¿Cuál es? ¡¿Cuál es la gratificación?!
¡¿Cuál es el premio?! ¡¡¿QUÉ OBTENGO YO?!!
De actuar hijo, qué obtengo. Porque nacer no alcanzó.

Y no se trata de ser hijo bueno o hijo malo
Sino de ser bien, HAY QUE SER BIEN HIJO
¡¿DE DÓNDE?! …sacaron eso?
Starrios vecos besuños… ser bien hijo… ay ay ay

Qué orgullo ver a un niño siendo hijo
Porque tu padre pudo haber muerto en tu adolescencia
O lo hayas perdido al iniciar la madurez
O se avenga a reclamar el trono desde tormentosos relatos maternos
AGRADECÉ QUE CONVIVÍS CON TU CONTRINCANTE SEXUAL
                ¿A ser un padre así voy a crecer?
                ¿Alguien se va a permitir ser el trauma de una nueva vida?
                No, señor, si este padre fuere a ser yo
                antes de sembrar me despido de este mundo grasño

06 junio 2011

Entre el 76 y el 83

Oigo voces y lamentos que
Gritan, pero inútilmente 
Pueden ser oídos.
Quieren libertad,
Salir de ese túnel sin salida,
Un agujero lleno de agonía.

Y se preguntan:
¿Cuándo vendrán al rescate?
¿O acaso jamás llegarán por nosotros?

Inútil es su hablar,
Si es como hablarle a una pared.

Y dicen:
¿Para qué seguir así?
Si sé que mañana moriré;
Si sé que pronto ya no estaré;
Y que nunca vendrán por mí.
Mis plegarias nunca serán oídas,
Ni mis preguntas respondidas.

Acá afuera en la calle,
Recién son las ocho,
Y ya nadie hay.
A toda hora te piden documento;
Y hay militares con armas de fuego.
Te llevan a edificios sin escapatoria,
A las afueras de la ciudad donde te fusilarán.
Toman lo que es de uno,
Y nada les importa.

Desaparecidos, muertos, exiliados...

Me pregunto:
¿Acaso este es el fin?
Para algunos cuantos sí,
Para otros la terrible historia que pronto contarán.









http://palabrasbaratas123.blogspot.com/

¿Cómo se puede ser feliz con tanta gente alrededor? (O el problema moderno de la sobrepoblación)

Estamos solos en una multitud, que esta tan sola como nosotros.



Ahora decime… 
¿Como se ve desde allá arriba?
¿Cómo nos vemos?



Ruleta Porteña

-¿Está familiarizado con la ruleta porteña, Licenciado Andrada?
-No puedo decir que lo esté. Recientemente oí el término por primera vez,  de boca de nuestro amigo Polenski, pero no estoy al tanto de qué es, realmente.
Silvio Gómez O’Hara, anfitrión extraordinaire, regaló a su huésped primerizo una sonrisa gentil, de esas que tanto agradaban a las señoras de sociedad y hacían que agregaran un cero al cheque de beneficencia para su museo. Abrió la puerta doble que conducía al salón de póker e invitó a las otras once personas a que lo siguieran.
-Supongo que en Europa tendrán otros entretenimientos –dijo, y ocupó el sillón enfrentado al hogar encendido-. Pero sé, Licenciado –mas corríjame si me equivoco-, que tiene cierto amor hacia las estadísticas.
-Las estadísticas son las mentiras disfrazadas de generalidades –acotó el Doctor Mitelmann, arrastrando las palabras y los restos de brandi entre su lengua. Silvio inclinó su cabeza, condescendiente.
-Podemos concordar con el querido Mark Twain, o podemos esperar la respuesta del buen Licenciado –dijo.
Miguel Andrada se sentó junto al otro doctor de la decena, Carlos Ardido, y sacó la cigarrera del bolsillo interno de su saco.
-Usted sabe que ni la Economía ni las Matemáticas son mis especialidades. Pero me tientan las Ciencias Exactas, eso es verdad, y las estadísticas son una debilidad. De allí mis escapadas a San Isidro. Son una especie de guilty pleasure, como diría el amigo Donovan.
-Well said, old mate –replicó Tomothy Donovan desde la otra punta del salón. Silvio volvió a sonreír.
-Respóndame esto, entonces –dijo, y se puso de pie-. Supongamos que doce personas, doce caballeros, se reúnen una noche en pos de póker y tragos.
-Puedo suponerlo –repuso Miguel Andrada, y el Doctor Mitelmann rió roncamente.
-Y supongamos que los doce caballeros desean… procurar otro tipo de diversión –continuó el anfitrión, como si no hubiera sido interrumpido, y sus pasos los llevaron por la alfombra bordó hacia el gabinete de las bebidas-. Supongamos que todos pueden prescindir de unos cuantos miles de euros, y que aceptan entablar entre ellos una apuesta amistosa –destapó la botella de whisky, el cristal tintineando levemente, y sirvió en los doce vasos colocados en la bandeja de plata.
Miguel Andrada permaneció en silencio, dejando a su viejo amigo continuar. Las comisuras de sus labios estaban curvadas hacia arriba y continuaban curvándose a medida que se daba cuenta de que hacía mucho que nada lo entretenía tanto.
-Ahora, y pasando por fin a las Ciencias Exactas –retomó Silvio-, supongamos que esos doce caballeros aceptan de su anfitrión cada uno un vaso con Macallan, 1965 –su tono había bajado al menos una octava, como los dos músicos del salón bien podrían haber advertido, y todo el ambiente cambió de súbito cuando Silvio comenzó la ronda dejando que Polanski eligiera uno de los vasos. Miguel Andrada pensó que se estaba tomando un tiempo demasiado severo para elegir su whiskey, y sus labios comenzaron a aflojar su rictus sonriente-. Supongamos que el fondo de uno de esos vasos, totalmente al azar, fue frotado con cianuro.
Cianuro.
Fue como si cada una de las sílabas hiciera descender cinco grados la temperatura del salón.
Cia-nu-ro.
Miguel Andrada había dejado de respirar, y sus ojos quedaron fijos en Polanski, quien ahora miraba su vaso como si allí pudiera encontrar el sentido de la vida. O de la muerte.
Silvio se corrió hasta quedar junto a Timothy Donovan para ofrecerle su elección.
-Esta es una broma de muy mal gusto, Silvio –susurró el Licenciado Andrada, entrecerrando sus ojos y buscando apoyo en los rostros de los otros invitados. Nadie lo miró. Todos limitaban su atención a la bandeja de plata.
-No es una broma, Licenciado –dijo Silvio, y sonrió al anciano Ingeniero Ravini cuando tomó su whiskey-. Hablemos de porcentajes. Me imagino que es una operación muy sencilla, cualquiera de nosotros podría resolverla. ¿Cuáles son las probabilidades de que el vaso que elija uno de esos caballeros sea el que contiene veneno?
-Esto es una locura. No formaré parte de esto –declaró Miguel Andrada con firmeza. Uno pensaría que esa es una frase que va bien acompañada con un resoplido mientras el sujeto se pone de pie, abandona la sala, con su dignidad intacta y su conciencia tranquila. Pero Miguel Andrada no se puso de pie, sino que sus uñas, prolijas y cuidadas, oprimieron el terciopelo del sillón en el que se hallaba.
-Pero, mi amigo, no se ponga así –pidió Silvio, mientras el Doctor Mitelmann ponderaba los vasos restantes-. No hace falta hacer de este juego un problema ético. Son suposiciones, Licenciado. Juegos de estadística. Uno de los vasos fue frotado con un laxante; nada más. Aunque, debo advertir –añadió con una sonrisa divertida-: Es un laxante muy potente. El desafortunado pasará el resto de la velada en el baño.
Miguel Andrada frunció su ceño y acarició su barba.
-¿Laxante?
-Laxante –corroboró Silvio, acercándosele y colocando frente a su rostro la bandeja de plata, donde ahora quedaban sólo dos vasos-. Lo del cianuro es algo para crear ambiente. ¿Cómo diría nuestro amigo Hemingway, Mister Donovan?
-Mood building.
-Ah, sí. Mood Building. La construcción del ambiente. Lo verdaderamente importante, Licenciado, no se reduce a la elección de vaso –reacomodó la bandeja frente al rostro del huésped para instarlo a elegir su whiskey; Miguel Andrada tomó el que tenía más cerca de su mano-. También cuenta su estimación de víctima.
-¿Estimación de víctima? –repitió- Pero las estadísticas no ayudan en un caso así. Es totalmente caprichoso, echado a la suerte.
Silvio dejó la bandeja, ahora vacía, en su lugar original, y fue a sentarse a su sillón frente al fuego.
-¿No es el azar una cosa maravillosa? –preguntó, como si hablara de un primer amor perdido y recordado. Comprobó su reloj de pulsera- Tenemos cinco minutos, caballeros. Cada uno emitirá su estimación de víctima, y luego se vaciarán los doce vasos en simultáneo. No se puede repetir, no se puede cambiar, y el ganador se llevará el pozo –guardó silencio unos segundos, permitiendo que surja alguna duda. Al final volvió a sonreír, privilegiando su comisura izquierda-. Lamento no ofrecer on the rocks –dijo, y varios rieron-. Por ser la primera vez del Licenciado, él elegirá primero.
Miguel Andrada lamió sus labios y hamacó el whiskey dentro de su vaso. Paseó sus ojos enmarcados por carey por sus once compañeros, deteniéndose en algunos.
-El Doctor Raúl Mitelmann –dijo.
Mitelmann soltó una risa de boca abierta y aliento espeso y levantó su vaso en dirección a Miguel Andrada.
-Podríamos acusarlo de antisemitismo, Licenciado.
Más risas, y la ronda continuó en sentido contrario a la elección de whiskey, terminando en Polanski.
-Siempre pasa lo mismo –dijo-. Nadie quiere elegir al primerizo. Todos cuentan con la suerte del principiante. Pero supongo que no me queda más opción que la de elegirte a vos, Micki.
-Sin resentimientos, Polanski.
Silvio volvió a comprobar su reloj.
-Un minuto para medianoche, caballeros. Vacíen sus vasos.
Miguel Andrada echó su cabeza hacia atrás y tomó el primer sorbo de whiskey. El sabor le recordó a su juventud en Aberdeenshire y Angus, y a Europa en general en sus tiempos de universitario.
Casi al mismo tiempo los culos de los doce vasos chocaron contra la mesa de ébano en torno a la cual se ubicaban los sillones, y apenas dos segundos después la primera campanada del reloj de péndulo junto al hogar sonó, indicando la medianoche.
El sonido fue profundo y metálico, y Miguel Andrada se distrajo unos segundos pensando en la acusmática y la escucha reducida.
-¡Oh, Dios mío!
Había sido Polanski. Casi al mismo tiempo que sonó la segunda campanada se había echado hacia adelante, apretando sus rodillas con sus manos, y escondiendo la cabeza entre sus piernas.
-¡Dios mío, Dios mío! Juré que la última vez era la última, diosmíodiosmíodiosmíodiosmío…
Miguel Andrada tuvo el impulso de ponerse de pie para ir hacia su amigo, pero algo lo detuvo. Llevó instintivamente sus ojos hacia Silvio, quien tan sólo se había recostado por completo en el respaldo del mullido sillón mientras sonaba la tercera campanada. Alzó las cejas, como un buen anfitrión preocupado, y ladeó su cabeza. Sus siguientes palabras coincidieron con la cuarta campanada.
-¿Pasa algo, Licenciado?
Miguel Andrada comenzó a sudar. Sus labios estaban separados, preparados para soltar palabras que no parecían querer ser soltadas. Carlos Ardido, a su lado, aflojó con un dedo la corbata en su cuello, perdiendo la paciencia a último momento y terminando de quitársela con un tirón desesperado y un sollozo apagado.
-Esto… esto es una locura, Silvio… -susurró Miguel Andrada mientras se ponía de pie y se sacaba sus anteojos para quitarse el sudor de su frente- ¿Qué hiciste…? ¿Qué…? –enterró una mano entre su pelo entrecano y sonó la sexta campanada.
-No haga caso a los maricones –dijo el doctor Mitelmann, echándole una mirada asqueada a Polanski, quien ahora sollozaba suavemente mientras se mecía hacia adelante y hacia atrás.
-No sea injusto, Doctor –pidió Silvio-. No todos tienen su fría calma de cirujano. Y usted, Licenciado, vamos, las estadísticas están de su lado.
Séptima campanada.
El Ingeniero Ravini parecía haberse quedado dormido en la punta del sofá, pero los leves movimientos de sus dedos decían lo contrario.
-No, Silvio, no… -mascullaba Miguel Andrada. Daba la impresión de que sus ojos se habían quedado sin párpados. Giraba sobre sus pies, mirando a los otros once hombres (octava campanada), y siempre terminaba en el patético y grotesco espectáculo que su amigo Polanski daba- Decíme que no… decíme que… es imposible… -una mano fue maquinalmente hacia su cuello, como si pudiera evitar que el whiskey siguiera su camino.
-Siéntese, Licenciado –dijo Silvio, acompañando la novena campanada-. Le pido que no ponga nerviosos a nuestros amigos. Ya no hay nada que hacer.
-¿¡Amigos!? –repitió indignado- ¿Quién le hace esto a sus amigos?
-Siendo fieles a la verdad, Miguel, vos sos el único que se está desayunando.
-Desayuno de cianuro –rió Mitelmann, y sonó la décima campanada.
Miguel abrió y cerró su boca sin saber qué decir. Sabía que lo que decía era correcto, que tenía sentido. Entonces los otros once debían estar locos. El famoso ergo de los latinos.
-Ustedes están locos… -susurró, ya derrotado, dejándose caer con pesadez en el sillón al compás de la décimo primera campanada.
-Einstein decía que la locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados –acotó Silvio, siempre calmado-. Nosotros hacemos la misma cosa una y otra vez, Licenciado, pero esperando el resultado de siempre.
Décimo segunda.
-Claro, hay uno de nosotros al que ese deseo no se le cumple.
Timothy Donovan tosió escupiendo bilis. Una mano como garra oprimió su cuello con tremenda fuerza, y la otra oprimió el pecho, desabrochando en el camino varios botones de su camisa. Tenía su boca abierta de la que soltaba un grito mudo y desgarrador. Miguel Andrada sintió que toda la sangre le dejaba el rostro cuando vio los ojos de su amigo voltearse hacia adentro de su cabeza y cómo caía del sillón hacia el piso alfombrado, vomitando casi sin fuerza y sacudiendo sus extremidades en violentos espasmos.
Nadie habló mientras los pies de Donovan terminaban su baile convulso y mientras su mandíbula temblaba, tirado boca arriba y rodeado de saliva y bilis.
Al final se quedó quieto, rígido, con sus ojos redondos y vidriosos fijos en algún lugar del alto techo. Pasaron varios segundos más en silencio, sólo acompañados por el tic tac burlón del reloj de péndulo y el crepitar tímido del hogar encendido.
-Un gringo menos –dijo Mitelmann.
Miguel Andrada parpadeó por fin, aún mirando el cadáver en la alfombra.
-Asesinos –dijo con voz suave. Respiraba con dificultad, intentando llevar el aire hacia lo más profundo de sus pulmones-. Todos ustedes. Asesinos.
-No exageremos, Licenciado –replicó Silvio algo fastidiado-. Si vamos a hablar de alguna figura penal no sería el asesinato –esperó unos segundos-. Dale, admití que fue emocionante, Miguelito.
-Estás enfermo, Silvio. Están todos enfermos.
Silvio hizo un gesto con una mano, desvalorizando las palabras del huésped.
-Bueno, pasemos a los negocios. El Doctor Carlos Ardido fue el ganador de la velada. Felicidades, Doctor, vuelve a Puerto Madero con el pozo.
-¿Vos te pensás… ustedes se piensan que yo… que yo me voy a quedar callado? –preguntó Miguel Andrada, indignado, poniéndose de pie una vez más- ¿Se piensan que voy a irme de acá y a fingir que no acabo de presenciar un asesinato?
Silvio sonrió.
-No lo sé. Decíme vos qué vas a hacer. Pero permitíme que yo te diga que la próxima vez voy a abrir un Midelton Blend, 1955, y estás invitado a venir.
-Estás loco.
-Pensá en las estadísticas.
Miguel Andrada volvió a mirar el cadáver de Timothy Donovan, que hacía unos minutos había estado riendo y haciendo apuestas. Pensó en que ése, tirado en el piso en una pileta de vómito y saliva, podría haber sido él. Podría haber sido él, en un pequeño porcentaje.
Uno de doce.
Lo miró a Polanski, ya restablecido, ya como el mismo caballero de la filarmónica, con su habitual brillo en los ojos; recién ahora entendía el verdadero origen. Miró a Carlos Ardido, sonriente y complacido, ya ni asomo del Carlos nervioso y asustado, pensando en los euros de más que entrarían en su cuenta del banco.
-Nunca te gustó perder, Miguelito. Y sabés que el whiskey irlandés te puede.
Miguel volvió a sentarse. Bien sabía que, de todas formas, uno contra diez era un porcentaje muy adverso.

04 junio 2011

Consciencia

Es una cosa
Tu cerebro entre mis dedos
Siento tus ideas electrificantes
Tu mirada estúpida de vaciarte el cráneo
       Es sólo un momento

Aún no es más que una cosa
De tu cerebro no puedo alterar los pulsos
Irías a dónde te mandara pero no aún
Es imposible que comprendas tan ausente
       El momento terminó

La serpiente se alza a tu nivel
Nos ve a los ojos, tiene el cráneo abierto
Llora una venganza que se avecina
¿Sobre quién recaerá?
       He tenido tu mente aquí, te conozco

No la dejes sufrir mucho más
La vemos retorcerse ¿la ves?
Llama a gritos a un culpable (grito sibilante)
Perdió el oído y el equilibrio hace tiempo
       Hace un momento

I think she's coming for you
I'm just gonna step aside