15 noviembre 2009

Sólo una memoria?

_   Atención, esto es sólo una memoria.
_   Éramos ella y yo caminando sobre la vereda. Hablabamos regularmente, mirando hacia adelante, viendonos caminar juntos unos pasos más adelante. Hojas nadaban por el aire buscando el suelo. La gente pasaba cerca nuestro como si no existieramos y los perros o gatos de la calle se quedaban mirándonos. Era curioso, parecía que estuvieramos en un mundo distinto, como si perteneciéramos a uno más natural que el cotidiano. Quizás era la charla.
_   Caminábamos, caminábamos a ningún lado. Caminábamos o hacíamos al asfalto y las baldosas deslizarse hacia atrás y traer consigo el mundo que había delante. Hacíamos a nuestros cuerpos cambiar de lugar constantemente. Caminábamos hombro con hombro, cada uno en su mundo como en su burbuja, pero estando de cierta forma en la del otro. Ella me explicaba un poco ese mundo que tanto estaba yo queriendo conocer.
_   El día era hermoso. El mundo, ella y yo habíamos hecho el mejor momento que yo había vivido hasta entonces y que habría de vivir por mucho tiempo.
_   Todo parecía liviano, el tiempo no parecía pasar, o por lo menos estos eran mis pareceres. Pasamos por diversos paisajes. Primero, rodeamos el centro y después, cruzando la vida… perdón, las vías… caminamos entre casas cómodas, de gente que parecía apartada del agetreo céntrico. Y estas casas, a su vez, se presentaban en paisajes distintos. Algunas calles parecían iluminadas por esas casas, otras parecían oscurecidas, aunque probablemente fuera la impresión que me provocaban los árboles.
_   Y, tan bruscamente como todo había anunciado su inicio, de repente se anunciaba el final. Circulando las silenciosas y calmas calles, llegábamos a la fuerte corriente de automóviles. La luz fue mucha en la amplia avenida y el sonido rebotaba de pared a pared siendo ruido. Estábamos bien, creo que estábamos alegres, sosteniendo tercamente una alegría que carecía de sustento, una alegría sin principio ni fin, salida de la nada, absurda en todos sus aspectos… pero alegría. Era vaga, pero era alegre.
_   Entonces ella levantó la mano y un colectivo se detuvo a su lado. Un momento antes le había pedido que me permitiera abrazarla. Yo quería engañarme y hacerme creer que podía retenerla, pero la dejé ir y me demostré que no pude. Como siempre, al engaño lo venció la verdad. Subía los escalones y yo no dejaba de mirarla, no la dejaría de mirar hasta no poder hacerlo más. Y no pude más, el colectivo se iba. Y yo me fui también, de vuelta a casa con mis pies, con un remanente de la alegría que había sentido que, curiosamente, también era alegría.
Eso fue sólo una memoria…
                               …y tengo miedo de que siga siendo sólo eso.

1 comentario:

Freyja dijo...

Me gustó mucho, mucho.