22 noviembre 2009

Viendo el camino

           1


Con la cabeza al mango.



Te bajaste rápido del caballo,
querías andar a pié,
chupar tu propia sangre



Vas con la suela gastada,
cansado de tanto
revuelto de huevo.
Sólo un poco de agua,
para que la pared
a la que te chocás
te deje de hablar.
Querés aprender el todo,
la nada.



Y me pregunto, qué es
lo que pesa sobre mí cuerpo,
¿o soy yo
el que peso sobre mis huesos?




El calor cae
sobre el templo
y se calientan los cerebros.
Cuando inventan ambientes
dejan puertas abiertas.



La presión puede aumentar.
¡Qué corra el aire!
y que tus manos sientan
lo que tu cuerpo siente,
lo que escucha tu cuerpo
–bocinas, sirenas, rieles –
que tus manos sientan
lo que tus oídos escuchan.
Escuchar.
           Solo eso.



Una marca de los palos-símbolos.






           2



Mi pico, un mosquito,
que chilla en los oídos.



Agradezco que me hayas inventado,
porque este sentir
es tan fuerte que se libera.
Y ahora nunca NADIE morirá.



Tipos maquillados
bajo gruesos revoques,
esconden sus nombres
en cuartos sin escapatoria.
Por eso disfrutan hasta de morir.



Son ballenas en grandes Pescas
las que aguardan en el mercado
por otro cuerpo
que deja dormir su alma,
que se despierta cada vez menos,
por el chip incrustado en la oreja.



Debe ser el Éter
de tu sigilosa columna,
la que adormece el alma.



       Aunque ya nada me convenza.





¿Qué es lo que hace el hombre
además de fichar tarjeta?



    Se la banca.




Espera la venganza
de Goliat Naturaleza
avasallando
a David Sobrenatural,
y los derviches desaparecerán.


Para que la ópera deje de chillar:
hipnotizar Guantánamo.

Escuchar la dulce tendencia
que marque Dios
o el Determinismo.



Vos empezando a creer
en las barajas de la bruja mente
que te acompaña
que sobre un invisible
está.




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3 comentarios:

Agustina Otero dijo...

Se me aparece LuzBelito en el medio de los ojos, todo lo que decis, un alma, y la mitad del bosque por la que se fue, asi nomás. No sabría más que felicitarte, nene, y esperarte con una copa hoy a la noche.

Lena dijo...

¿Oigame, usted fue de esos que alejados en la otra punta disfrutó de un vino y un gran trompetista? Si hubiese sabido que estaba el autor de esta majestuosidad (! pero en serio che) corría a palmearle la espalda en son de felicitaciones la zarpaste.

René Roche dijo...

Era yo, aunque disfruté de la cerveza y de ese gran disco, que al escucharlo me levanta la gorra y la deja flotando en el aire.
Gracias por el comentario. Cuando quiera disfrutamos de un vinini. Saludos.