28 enero 2010

Las horas

Se quedaba libando
el néctar de las estrellas
a través de la ventana,
masticando un cereal pastoso
y gastando melodías en su guitarra;
contrastando las marquesinas
-que se encienden invariablemente-
con su interior apagado, seco.
Tragando humo y soledad,
con la culpa aplastando su pecho.
Maltrayendo los huesos
hasta que el infierno se torne gélido.
Ahora baila en el callejón
Entre redes, cadenas y oscuridad.
Pero eso no le importa,
tal vez lo imposible exista.
Que su noche lo proyecte en destellos
Y pueda abrazar la sonrisa final.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una lindura

Lena - Cocotúoc dijo...

Chupate esa mandarina-poesía.