15 abril 2010

Ana(logías) de una confesión tardía

Confieso que he matado.
Y que no hay ciencia del razonamiento que me justifique,
apenas una mísera lógica maniquea
en el fondo de una copa hasta hace instantes llena.

Cada beso, cada verso, cada abrazo,
uno a uno muerto a sutiles garrotazos.
Técnica perversa de autoflagelación
diluida entre lágrimas y alcohol.

Confieso que he violado.
Y que no hay juez que me absuelva de tal pecado,
del haber vejado los sentimientos ajenos,
abjurando del amor a mi entregado.

Porque caricia tras caricia
el afecto he enterrado con meticulosa precisión
aterrado y espantando.
Deseando perderte, soñando encontrarte.

Confieso que he robado.
Y al hacerlo con pérfida arrogancia
no conseguí calmar mi sed,
sosegar mis cíclicas ansias.

Ahora mis crímenes tienen condena.
Tu ausencia es el recuerdo,
la metástasis culposa de mi pena.
Confieso que te he amado, aunque haya sido con recelo.

No hay comentarios.: