30 junio 2010

La impotencia de sentirme completamente inútil en ciertos casos.
La desesperación de querer hacer más de lo que puedo.
Esa cegante luz que resplandece en mi interior, quiere brillar.

¿Porqué no puedo ayudarte como yo desearía?

Y yo caminando mientras caen pesadas gotas de lluvia sobre mi rostro.
Mientras los árboles danzan al compás de la brisa de invierno.
Tu sinceridad me tranquilizaría.

Si tan solo la lluvia cesara por una milésima de segundo, podría yo,
pensar con frialdad.
Sentir tu mano como seda acariciando la mía.
Girando sobre la necesidad.

¿Y que pasa, entonces, que me siento inútil?
¿Es que acaso la intención ya no cuenta,
o la intención es parte de la ayuda?

¿Qué pasaría, si, esta lluvia fuera entonces, un huracán?
Las amenazantes gotas me invitarían a subir a un peligroso viento.

¿Acaso somos prisioneros de nuestros conflictos,
y los conflictos que nos encierran son a su vez nuestra llave?

Estrafalario intento de oír, tu llanto apasionado.
Envana es la sensación que me inunda.
Árboles derramando la divina presencia de la existencia.

¿Qué hago aquí esperando tu pedido, cuándo puedo ir yo por vos?
¿Aceptarías mi ayuda, o pretenderías que puedo darte más?
Intentaré.

1 comentario:

Luli dijo...

Me inpasamia el honor de apisular en este hersopiloso Blog.

"¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos."

Chasgracia, Evohé!

Lucia