24 noviembre 2010

Te veo luego

Me detuve a ver el reloj de pared y noté que ella me observaba de reojo,parada en la cocina preparando algo que olía muy bien.
Puso la mesa con un sólo plato sirvió la comida y luego se paró en puntas de pie delante de mi, contuvo mi rostro con la mano, me besó la mejilla y susurró: 'tu comida favorita''.
Me senté a la mesa mientras mantenía la vista en el periódico, su mano rozó mi espalda y con su dulce voz me avisó que estaría en casa de Fresia por una hora, asentí con la cabeza mientras la cola de su gato rozaba mi pierna una y otra vez, maullando de tanto en tanto, al ver que no me dejaría leer ni comer me puse de pie y compartì con él un poquito de mi comida a lo cual respondió con rapidez,regresé a mi silla cuando de pronto el animal dio un gran salto, luego se contorsionò en el aire y comenzò a chocar contra las paredes, finalmente cayó muerto enfrente de mí con la mirada clavada en mi rostro. Sin entender muy bien lo que estaba pasando me levanté y descargué el plato en el recipiente de residuos, enjuagué los utensilios con agua caliente, destapé una botella de leche, la bebí, luego fui al baño me lavé los dientes y me acosté a dormir.

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Me despertó un leve ruido,era ella,que había regresado mucho más tarde de lo que me dijo y sin encender la luz se desplazaba por la habitación, noté que estaba algo nerviosa

porque chocaba aunque levemente con los muebles cosa que jamás hacia porque por lo general se deslizaba por el cuarto en penumbras con mucha fluidez, parecía que buscaba algo en las gavetas pero lo hacia con sigilo para no despertarme, luego me percaté de que estaba guardando algunas ropas dentro de una bolsa de tela, luego salió del cuarto con cuidado como lo hizo al entrar.

A la mañana siguiente encontré un mensaje de texto en mi celular, me avisaba que estaría en lo de su prima por unos días, no sé porqué pero tuve la impresión de que algo le había salido mal.

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Era una cálida mañana de otoño cuando mientras leía plácidamente y disfrutaba de un agradable desayuno en la vereda del café, oí el murmullo y la risa alegre de algunas mujeres que se acercaban a la esquina,cuando la vi,acompañada de unas amigas, lucía alegre y a pesar de que no me vio me sentí feliz de volver a verla después de cinco años...Quizá aún la amaba.

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