17 abril 2011

Casi en domingo II

Mute:
Digno émulo de Marcel Marceau resultó el ex subcomisario -de vocación torturador- con apellido de hamburguesa ochentosa y rasgos pétreos, leve rictus en una de las comisuras, la mirada penetrante de un duro con aires de vengador justiciero; otra alegoría autóctona del Charles Bronson de Sábados de Super Acción, con Falcón verde inglés (oliva o militar, nunca esperanza), bufoso en la sobaquera y picana a flor de piel ajena.                                                Esa misma epidermis que con perseverancia fue la destinataria de los vejámenes por los que ahora se sienta en el banquillo de los acusados. O un decir, una momia conveniente: es que el pobre de Abelardo no tiene la fuerza ni las ínfulas de antaño en el esplendor de los “años de plomo”; queda sólo su imagen menos que oblicua, yacente, cuasi mortuoria, como afrenta postrera desde la cobardía, frente a un alegato final para el que únicamente balbucea silencio.                                                                                                                                                                                  U otro cantar: Luis sabe que su mejor juego en estas circunstancias es el oficio mudo, la cara de póker ante el inevitable peso de su condena. La judicial, pronto. La social, en parte extendida, anterior.
Rewind:
“Sorpresas te da la vida…”, por lo menos en primera vuelta, presidencial, segmentada y con transmutaciones generacionales mas no ideológicas. Vale como un oro del Perú multiplicado por sus votantes el desciframiento de una conducta que tiende a repetir fracasos, ahondar horrores, profundizar injusticias, a pesar de la crítica ajena y distante (¿cuándo no está presente la mirada de los otros?).                                                                                                            Al menos, en una de sus vertientes para el ballotage, la femenina, el subrayado es inevitable. Un análisis concreto y despojado sobre las plataformas de uno y otra -y viceversa, porque en el revés se hallan detalles extras, condimentos de la praxis- llevaría líneas de investigación, comparaciones y estadísticas, para arrancar.                                        Mientras tanto, desnudo de la parafernalia estadística de las consultoras y los politólogos a cada lado del tablero, la sonriente imagen de la descendiente directa de un déspota condenado por crímenes de lesa humanidad, queda plasmada en las fotos a sabiendas que una segunda minoría del electorado invierte sus anhelos en la capacidad que ella, Keiko Fujimori, pretende demostrar si llega al palacio de gobierno peruano.                                                         Deja vu perverso de los artilugios amalgamados por la benevolencia del olvido y las conveniencias del presente, en las arenas del pan y circo que parece no extinguirse del todo en la Latinoamérica de este siglo. Aunque usted no lo crea, en palabras de Ripley.
Play:
Que nos entendemos a pesar de las palabras es una constante vislumbrada con ese toque de genialidad borgeana que se acrecienta, consolida, a cada instante de post-contemporaneidad respirado. Pero aún de este modo, de los contratiempos interpretativos en las diversas esferas de la condición humana con el/lo otro (y consigo mismo, arduo interlocutor) surge ese entendimiento superador, complejo en su sencillez.                                                                    Las palabras son el combustible indispensable que alimenta las llamas del debate, la divergencia, la discusión, del malestar necesario para la confrontación que no deberíamos postergar. Siempre, o casi, habrá temas menores, problemáticas mayores, intereses cruzados entre y por, tintas medias, extremos enardecidos.                                        Y, siempre, tiempo para jugarse a tratar esos tópicos, esas experiencias, esos cambios o permanencias;  de avanzar con esa herramienta imperfecta y exquisita que es la palabra. 

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