06 abril 2011

Quinto piso

Princesa con botines fútbol 5-alta-pelo oscuro.

La mano en el buzón que tanto vedaste

junto a la flor roja del ventanal de tu quinto piso

donde aquella vez escuchamos el cantar virginal.

Diría Tiresias que entonces gocé más yo,

diría yo que ahora sufro mucho más

por esas putas razones del devenir –algo-:

Un hombre/una espada/una ameba.



Es una certeza sin nombre ni deseo más

que lo abyecto abrazándome la cintura.

El paria y el santo siguen el mismo camino:

algo hay de los dos en nosotros.




Después de la sal de sus sábanas

trepaste por la trencita de rapunzel,

princesa-botinuda-e-insulsa,

y huiste, donjuán de tetrabrick

para volver a donde estabas,

al sucio agujero musical de tu quinto piso.

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