21 junio 2009

Escribir por escribir... casi escribo al cuadrado.

Esas mañanas en que apenas somos conscientes... y sabemos que no haremos nada en todo el día. Podríamos quedarnos en la cama y sentir como nuestro cuerpo pierde forma y se convierte gradualmente en una masa gelatinosa. Pero no lo hacemos y nos levantamos y el cuerpo pesa pero lo arrastramos.
Esas mañanas de fin de semana, esa sensación de que el cuerpo... el cuerpo no va con nosotros. Él nos exige pecar de perezosos. Recen por que no esté lloviendo, la lluvia hace al aire más pesado y nos presiona contra el colchón.
Esos días en que no tenemos nada que hacer y lo supimos desde un principio. Sin embargo nos levantamos y jamás en las horas que queden de día sabremos por qué nos hemos levantado. Esos días caminamos de un lado a otro de la casa, esa casa pequeña para caminar pero inacabablemente monótona. Mientras algún otro habitante de la misma se pasea con algún proposito definido, nosotros pateamos hastiados una piedrita imaginaria con el único deseo de que se digne a posar nuevamente en el suelo para ser vuelta a patear. Nunca pateada con demasiada fuerza.
Y todo dentro de las dimensiones de una casa.
Esos días que enseguida se hacen de noche. El sol de esos días se aburre tanto o más rápido que nosotros mismos y se pega la vuelta a ver si alguna catástrofe le brinda algún entretenimiento en el otro lado del planeta. Si pretendiesemos lo mismo, nos golpeariamos contra la pared. Nuestro planeta es plano y tiene horizontes muy definidos y bruscos, las paredes. Malditas paredes que achican al mundo.
Esas noches no dejamos de ver hacia la pared preguntándonos que cambio en ellas que se ven tan distintas a como se veían minutos antes. Es que sobre nuestras cabezas, o quizas envolviendo nuestros cerebros, una humedad de sueño ralentiza nuestra capacidad analítica y nos impide entender. Las paredes se ven distintas porque la luz cambió. Del día a la noche deja de haber luz, las paredes debieran dejarse de ver, pero claro que se encienden las luces falzas y monotonas de las lamparitas. Y las paredes cobran una frialdad y una imagen tan ficticia bajo esa luz.
En seguida nuestros ojos pesan y atentan con cerrarse antes de que lleguemos a la cama. Maquinalmente ya hemos cenado y no pudimos disfrutar siquiera de esa actividad. A paso pesado y tan rápido como el peso de los músculos atrofiados lo permiten, nos apuramos en entrar en la cama. Y, si les pasa como a mí, confundiran la correspondencia de relajarse en la cama con el sentimiento de deber para con el sistema que nos impulsa a sentarnos frente al monitor a perder un poco de ese valioso tiempo que ahora sí tiene valor. En este momento particular del día en el que no importa realmente que debimos haber hecho y, en efecto, que hicimos y en el cual tenemos una clara certeza de lo que haremos a continuación, las normas implicitas de nuestro querido sistema nos llevan a ingresar en ese mundo tecnologico virtual para consultar qué están haciendo las otras personas que probablemente nada tuvieron que hacer en todo el día y ahora estén frente a sus computadoras queriendo consultar...
Esas noches en que llueve y uno agradece no haber hecho otra cosa más que haberse acostado sin miramientos. Esas noches en que uno fue capaz de acostarse y no pensar en nada más que le lleve a sentir la necesidad de escribir esos vanos pensamientos en algun espacio, virtual o real, de manera tal que la trascendencia de tan efimeras ideas no corran el riesgo de ser olvidadas por una memoria adormecida por la inactividad.
Esas mañanas con sus correspondientes días y su debida noche es de las que me tocó hoy.
Y creyeron quizás ingenuamente que la lectura de este texto podía llegar dejarles algo que pensar, algo valioso que tener presente. La verdad de este caso particular...
...es que me voy a dormir

2 comentarios:

clave de sol dijo...

jaja
acabás de describir en detalle mi dia de ayer... triste pero cierto...
a pesar de tener que dedicarme a cosas de la facultad, esa languidez de la q hablas se apoderó de mi, y encima la lluvia =$

esperemos que no se repita eso hoy.
saludos!

Luciano dijo...

Y con resfrío ¡ Ni hablar ! Hoy es de esos días