03 agosto 2009

Tríptico de amor (parte II)

Ludio de orgásmico amor

Exprimiendo sexopatías entre impúdicas frazadas
en obnubiladas horas de la noche,
en titilantes madrugadas
e ingráviles albas.

Entre incongruentes emanaciones producidas por tu lengua
sumergida en las vastas áreas de mi locura / tu locura.
Entre la coma de tus cifras, entre todos y cada uno de tus pliegues.
En tu tocar tocando de ambos senos míos,
en el levitar del diletante, latente, demorado encuentro
de mis apetentes dedos con tu sexo.
En la profundidad de tu entrepierna difusa
y en cada parte erecta que alimenta los acordes de un gemido ahogado
que me merma.

En el éxtasis milimétrico de cada célula excitada
de cada núcleo contraído
por la eroticidad de una caricia tuya.

Desde mis márgenes de ninfómana prostituida
y desde el centro de mi cóncava desnudez,
en una fuga exangüe de viscosos movimientos que se conducen,
se intoxican y rehúyen en un ebrio vaivén,
te grito por esta noche y las que vendrán,
por este febril sudor de carnes en vela;
TE AMO, desde el orgasmo más eterno,
desde el desgarre más sideral.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ORGÁSMICO AMOR

Y es como tocarte bajo las frazadas, entre piernas estiradas confundiéndose en una danza de luna...
Con los ojos cerrados y ese labio alimentándose de tu labio, entre pómulos relajados y sonrisas ficcionales de placer.
Tu locura/mi Locura...
Mi preciado Edén; camino del cielo...
Entre los roces de tu clítoris y mi nariz, tu vulva y mi lengua y el enraizado juego entre tus labios y mi boca...
¡Esos labios; de sexo, de perfección!
Entre caricias no inocentes por demás amorosas, y el calor y la rigidez de tus pezones símil mi sexo...
Y tus huellas en mi cuerpo y tu fuerza en mi entrepierna y tu boca que me quema y me estalla por dentro...
El gemido que me eriza cada poro con incontables orgasmos.
Ese gemido silencioso que sutura las heridas de mi alma.
Y si yo fuera capaz de amar cada una de tus células, de dedicarle un gozo de agonía, de acariciarlas como se merecen... Si yo fuera capaz de hacerle a cada una el amor bajo las sábanas, bajo la lluvia, en el desierto, en el mar o a la luz de la noche...
En tu cóncava desnudez, complemento de mi convexa bestialidad; de mi sexo y de mi hambre...
Y la toxicidad de los vaivenes descontrolados.
Y el adictivo sentimiento de aullar en la viscosidad de los fluidos que se mezclan sin contornos en la inmolación de nuestros cuerpos para finalmente, y ya sin carnes ni pieles, gritar en el infinito de la no materialidad, la frase más bella del mundo, terrenalmente conocida, como TE AMO.