Una lluvia, sólo eso

Gracias a Mizón Saré por el lindo final.

Vi la gota tan perfecta
que sólo el cian y un agujero
vacío de transparencia fueron la
tridimensión.
La sentí golpear en mi frente
y me afirmé al pantalán,
dominando (o intentando hacerlo) mi temor
a la tempestad.
El estoicismo premeditado nunca
resulta bien.
Falta de espontaneidad que le dicen.

Me enrosqué la soga en el antebrazo
y al forcejear para no besar
la madera bajo mis suelas
pude ver la caladura morada en la piel
Esto va a doler mañana, pensé,
cuando se enfríe el dibujo hecho por el cáñamo.

Y la tormenta endulzando el mar
y el agua dulce sobre el agua salada
amor sobre indiferencia
viento sobre pelo
todo lo demás fue pensar:
Si fuese más paranoico
creería que en todo momento
hay alguien escuchándome hablar solo,
o que Dios existe.



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