06 septiembre 2009

Leve ensoñación

Te escribo para no dilatar mi recuerdo, y las caricias que te mereces.
Te extraño terriblemente, sin ti no es lo mismo que decir sin nada, teniéndolo todo.
Soy poco escribidor, y tengo un mundo de cosas que tu comprensión talentosa debe perdonar.
Vivo aplastado de recuerdos que me ahogan, nunca tuve un triunfo mayor que el que me has dado con quererme, pero estoy envejecido y seco de no verte.
¡Cómo te quiero, cómo te quise y cómo te querré!
¡Bendita Luna que te pone a mi lado desde que dejé de besarte!
He llorado sobre ti, aún te percibo en el abrazo tibio de esas caricias dulces que me diste entre tus brazos llenos de amor.

Te conocí una tarde,
cual brisa que arrulla los campos del trigal.
Tú dijiste muy quedo, yo me llamo María
Y fue una caricia tu voz celestial.

Fue en el mes de septiembre,
El de la primavera
Y ya nunca olvido, qué divina estabas
Que sentí en mi pecho, que sentí en mi alma,
Mis sentidos, todos, todos me dijeron:
¡Es ella, es ella la amada!

Osvaldo Cicero (20/10/1931-5/09/2009)

Abuelo, he aquí un homenaje para vos. Subí algo que escribiste. Siempre vas a estar en mi mente y en mi corazón. Facundo

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