Bajó por las escaleras los pisos que la separaban de la realidad. El ascensor, nuevamente, no funcionaba.
- Buen día… -
- Buenas, señorita – Respondió el portero.
....Otra vez, caminando a través de calles anegadas de superficialidad, llegó a la boca de subte. Siempre los niños durmiendo bajo carteles escritos en inglés.
- Colonización cultural – se dijo
....El olor del centro de la tierra le llegaba claro y cálido. ¿Dónde ir? ¿Lejos de quién?
....Traqueteaba el vagón, nadie miraba por la ventanilla, y eso le causaba gracia. Claro, si no hay verde no es paisaje, pero sin embargo, se perdían de esa simétrica aleación de líneas y de las imágenes paradójicas que los túneles ofrecían. Praga sintió la primera ráfaga de felicidad llenando su cuerpo al ver parado, sólo, sumido en las tinieblas, a un hombre vestido íntegramente de amarillo de pie en medio de los rieles, cerca de los cadáveres de carros ya inutilizables. ¿Qué estaría haciendo ese hombre? ¿qué espera, qué vigila? Tan falto de sentido el estar allí con todos alienadamente dirigiéndose a alguna parte, siempre yendo, siempre volviendo, pero sin nadie que realmente necesite que lleguen allí. Trabajos, máquinas, cafeína, fascismo, retrógrados por doquier y en el centro de la ciudad, dentro de ella, penetrando su caos con estoicismo, ese hombre vestido del color que la farándula llama “de mala suerte”, como si tal cosa existiese, la suerte viene buena o no viene, porque la suerte es como un péndulo, que se aleja, que en su movimiento se acerca y luego nuevamente nos abandona.
....Praga llega a la estación. Baja y asciende nuevamente al caos. Por las escaleras mecánicas, por supuesto.
http://vaciocosmico.blogspot.com
- Buen día… -
- Buenas, señorita – Respondió el portero.
....Otra vez, caminando a través de calles anegadas de superficialidad, llegó a la boca de subte. Siempre los niños durmiendo bajo carteles escritos en inglés.
- Colonización cultural – se dijo
....El olor del centro de la tierra le llegaba claro y cálido. ¿Dónde ir? ¿Lejos de quién?
....Traqueteaba el vagón, nadie miraba por la ventanilla, y eso le causaba gracia. Claro, si no hay verde no es paisaje, pero sin embargo, se perdían de esa simétrica aleación de líneas y de las imágenes paradójicas que los túneles ofrecían. Praga sintió la primera ráfaga de felicidad llenando su cuerpo al ver parado, sólo, sumido en las tinieblas, a un hombre vestido íntegramente de amarillo de pie en medio de los rieles, cerca de los cadáveres de carros ya inutilizables. ¿Qué estaría haciendo ese hombre? ¿qué espera, qué vigila? Tan falto de sentido el estar allí con todos alienadamente dirigiéndose a alguna parte, siempre yendo, siempre volviendo, pero sin nadie que realmente necesite que lleguen allí. Trabajos, máquinas, cafeína, fascismo, retrógrados por doquier y en el centro de la ciudad, dentro de ella, penetrando su caos con estoicismo, ese hombre vestido del color que la farándula llama “de mala suerte”, como si tal cosa existiese, la suerte viene buena o no viene, porque la suerte es como un péndulo, que se aleja, que en su movimiento se acerca y luego nuevamente nos abandona.
....Praga llega a la estación. Baja y asciende nuevamente al caos. Por las escaleras mecánicas, por supuesto.
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2 comentarios:
Yo voto porque sea homónima, me parecería extraordinario si así lo fuese. (Creo que algo raro pasó en esas conjugaciones verbales que acabo de utilizar, pero es sabado y es de noche, ya fue)
Sin palabras... quiero leer la novela completa, por favor, favor.
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