10 noviembre 2009

Detrás de la máscara

9 de julio de 2009
Desesperado por ser otro
Corrí ansioso hacia el vestíbulo
Y vigilando que nadie me estuviese notando,
Me coloqué la máscara camuflándome en las paredes del éxito.


¡Eso sí! Jamás se agotarán mis alegrías inconmensurables
-como inconmensurables los labios-
Pues como miro desde aquí atrás
Todos leerán mi nuevo rostro,
Que no sangra ni siente.


¿O crees tú, que tras esta majestuosa caminata mía, no hay cenizas de intentos ni tampoco intenciones ocultas que dirigen lo que se muestra?



De igual modo, cuando un día veo mi sombra
También veo que yo no estoy en ella.
Porque la observo desde este otro lado
Y un indistinguible carácter de la máscara me aleja incluso de mi propia oscuridad.

Continúa ésta perteneciéndome tal como lo era antes
Sin embargo, mi memoria dice
Que antaño había ahí dentro mucho más de mí.



¡Es que la máscara me ha encarcelado!
¡Y ha hecho falsas todas mis visiones!


¡Auxilio! ¡Atención! ¡Que tu revestimiento se desligue!
¡Hónrate en librarme!

2 comentarios:

freddie dijo...

"De igual modo, cuando un día veo mi sombra
También veo que yo no estoy en ella". ¿Cuántas veces debe un ser humano sentirse de esa manera? Es difícil gobernarse uno mismo.

Gabriela dijo...

Las máscaras tienen un gran poder sobre nosotros, hay que saber cuando quitárselas o terminan amoldándose a nuestra piel. Creo que todos jugamos con eso alguna vez.
Buen texto, me gustó la forma de encarar el tema.