21 diciembre 2009

Correspondencia



El teléfono cae inútilmente. Su delicado cuerpo también se deja caer rendido sobre la cama. Sumergida en un mar de tristeza, algo desde el fondo la impulsa nuevamente de pie. Un rencor impotente ¿y cuánto puede hacer si todo ha terminado ya?
Busca, entonces, encontrarlo entre sus cosas. Encuentra una lapicera, uno de sus primeros regalos, pero es una lapicera muy común. Sigue buscando entre sus cosas y encuentra la correspondencia que mantuvo una vez con él. Montón de cartas dentro de un cajón del escritorio sobre el cual hay una PC.
El arranque de ira se despeja permitiéndole sentir con claridad la pena de la fresca ruptura. Sentada nuevamente sobre el colchón de su alegremente colorida cama, sostiene en sus manos los sobres. Las yemas de sus delgados dedos acarician el papel. Sus antebrazos se tenzan y ella ve como se arrugan los sobres entre sus dedos. Los suelta.
Cae sobre sus pies, curiosamente ninguno llega, en ese momento, a tocar el suelo. Mientras las lágrimas refrescan su cara en la cálida tarde estival, sus trémulos dedos toman una de las cartas y abren delicadamente el sobre. Saca una hoja de color pastel con una bella caligrafía, sólo él escribía así. Nuevamente siente la tensión en los antebrazos y se arruga el papel. Así separa ambas manos y ve la hoja rasgarse.
Por su espalda corre la sensación de estar perdiendo recuerdos importantísimos. Su memoria se vierte de su cerebro por la columna y la sensación es disgustante. Sin embargo, su boca y cuello se relajan y sienten un curioso placer. Toma las partes y, juntas, las vuelve a rasgar. Es angustiante perder esos objetos tan valiosos pero también está esa otra sensación, de placer.
Recorre de esta manera toda la correspondencia que había mantenido con su novio. Destruye las cartas de su ex-novio. Una vibración trepa su garganta. Parte un sobre por la mitad y grita. Grita. Así, una por una, se deshace de todas las cosas que le recuerdan a él y aquel tiempo. La habitación queda hecha un caótico desorden.
Cuando finalmente se deshizo de todo, llama nuevamente a su amiga. “Tenías razón –le dice satisfecha–. Pero ¿cómo hago con sus mails?”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

cuaaaaaaaaaaaaaaaack
se borran
Sin embargo, su boca y cuellos se relajan y sienten un curioso placer.
No
Sin embargo, su boca y cuello se relajan y sienten un curioso placer.
Si
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El hippie es puto
La paz es puto
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Puse aMóMiNo ya que da menos trabajo
Elizabetha Mariela La vazquez

Mindbleeder dijo...

Corregido