19 diciembre 2009

De la escritura rebuscada como proyección de una intelectualidad devaluada.

(Crítica deconstructiva a la nota “Un lazo que bordea, un borde que enlaza” de Pablo Hupert. Revista Campo Grupal Nº 118 – Diciembre de 2009).

A pesar de no ser siempre el más interesante o divertido, el camino más corto entre dos puntos continúa siendo aquel que va directo a su objetivo. Ese mismo tramo que funciona como mera excusa para explayarse con verborrágica altanería al circundar el quid de la cuestión o, por el contrario, para construir puentes de entendimiento, lazos de comprensión propios del conocimiento como esencia educativa y no –con petulancia académica- como piezas crípticas de un rompecabezas lingüístico de elite.

No menos cierto es que un artículo pueda desarrollar un análisis cerrado, sólo para los “ojos” del razonamiento utilizado por ese público selecto al que se encuentra dirigido. Lo cual no implica que dicha pluma deba pretender con mezquina liviandad al desarrollar un texto (sus términos y conceptos) que esos lectores escogidos hubieran venido al mundo exclusivamente con la misión de interpretar tamaño jeroglífico.

Leyendo esta réplica post moderna y emuladora de los manuscritos del Mar Muerto –por su salitroso sabor y dificultosa digestión- el despistado espectador, fuera del “borde” o prisionero “enlazado” a la égida de la imagen (breve homenaje a la nota citada) intuye aquello que complejamente el escribiente bien podría haber relatado con prosa amena; mas no por eso superficial ni simplona. Así, en un intento de acercamiento, de comunión, de ansias por sumar, de conocer.

En ese caso, un pensador que redacta dispuesto a desnudar(se) a través de las palabras y por medio de ellas a provocar, expandir, molestar con provocación de cultura o indignar con perfil conservador, pero sin dejar de compartir y estimular desde la transparencia de ideas. Esto último, el estimado autor de tal masturbatoria dialéctica lo consigue: proposiciones huecas, conceptualizaciones vacuas e intuiciones tuertas, en un intento claro por despistar con hastío hasta el tuétano.

Por el contrario, deduzco, deberían existir unos cuantos individuos que en plan hermenéutico, previamente capacitados, hayan alcanzado un nivel de comprensión para estas “sagradas” escrituras. Al margen de su presentación sectaria, casi exclusiva para egos del mismo talante intelectual.

Quizás la comunicativa armonía, integradora de pluma y pensamiento, de ingenio con estilo, sea una alquimia demasiado ardua para concretar esa impronta indispensable a la hora de propagar el conocimiento con un juicio de honestidad, dentro de la subjetividad predominante de la especie.
O, en palabras de un eficaz y concreto filósofo e historiador como David Hume: “La separación entre el mundo de los eruditos y el de los conversadores parece haber sido el gran defecto de las últimas épocas, y debe haber tenido una muy mala influencia tanto en los libros como en la vida social…”. Algunos, al parecer, no han superado la Modernidad en este aspecto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

el tema, ezequiel, es que tu propia "crítica deconstructiva" es el mejor ejemplo de una escritura rebuscada como proyección de una intelectualidad devaluada:

podrías haber dicho, de forma mucho más breve y directa, que no entendiste el texto de pablo hupert....

Eze Le Flambeur dijo...

Siguiendo mi política de no responder anónimos te respondo: gracias por dejar en claro mi(s) contradiccione(s). Pero sólo respondo -temas de religión- insultos, agresiones desmedidas, violencia verbal inaudita, laceraciones psicológicas e insinuaciones procaces.

Atte.

Eze Le Flambeur.