03 diciembre 2009

El y Ella

Para vos Lu. Espero que aprendas a hacer críticas.



Acercó su muñeca izquierda hasta que el reloj entró en su campo visual. El buscó entre las agujas la excusa para poder irse del bar, pero la órbita todavía no se hallaba completa, y todo intento de huida sería seguido por recriminaciones, que no tenía ganas de replicar.
Los restos de café se enfriaban en la tasa, y la media medialuna yacía solitaria en el plato hasta que una mosca acudió a ayudarla a sobrellevar su unidad. Ella estaba triste. El vacío se llenaba cada vez mas con cada cosa que no se decían. El, para matar tiempo, se divertía espantando a la mosca, que no entendía porque no la dejaban en paz con el almíbar.
-¿ Podés decir algo?- el tono de su voz estaba lleno de hartazgo
-¿ Qué queres que diga?- la respuesta tenía la frialdad de un golpe de látigo.
- Al menos tené la decencia de admitir que no querés estar mas conmigo-
- Otra vez no empecés. Sabés que me molestan tus planteos absurdos-
-¿ Absurdos?, hace 1 hora que no parás de mirar ese reloj, no decís nada, hace meses que no hablas, solo te juntas conmigo para saciar algún sentimiento sádico.-
- No me digas sádico, jamás te puse una mano enc…-
- No te hagas el imbécil. Sabés bien de lo que hablo. Hay muchas maneras de lastimar a alguien, el problema es que parece que lo disfrutas, o no tenés los huevos para cortar por lo sano-
El la miró idiotizado. No sabía como decirle nada. Pero la comodidad de la rutina era la propia rutina. Lo rutinario y la fantasía no se mezclan, y el quería un cuento de hadas propio. Hacer lo que quisiera con quien quisiera, pero llegar a casa y saber que en ese abrazo estaba lo real. Cada noche de engaños, de salidas a escondidas, de horas de hablarse y no decir nada, de televisión inútil, de ruidos para llenar silencios, se podía terminar en ese momento, con solo admitir ese chicle gastado que era su amor. Sus vidas eran un elástico que perdió tensión; yacía laxo tapando los sentimientos que alguna vez afloraban en cada rincón a cualquier hora, esa necesidad desaforada de poseer al otro y dejarse poseer, de mezclarse en babas y gritos; en abrazos desesperados por no dejarse ir, de desayunos en la cama, y quedarse hasta las 4 de la tarde mirando películas; paseos por el barrio tomados de la mano, abrirle la puerta y acomodarle el asiento. Todo se fue transformó de a poco, con la lentitud de lo que está destinado a fracasar, y con la inexorabilidad de lo que nadie supo arreglar.
Ella lo miraba. Confundiendo su presente con lo que ella creía su futuro. Aquél hombre que la usaba vaya saber para qué. El sexo había quedado atrás hacía tiempo. El polvo de las lágrimas cubría las ropas sugestivas y videos eróticos. Ya nada servía, todo roto por el la ausencia de lo presente, de esa masa que cubría cada aspecto de sus vidas, pringando todo de la empalagosa amargura de la derrota.
- Llego tarde al trabajo, a la noche hablamos.-
Su espalda desaparecía por la esquina, cuando ella se largó a llorar. La mosca aburrida, fue a buscar una amiga, que juntas volaban alrededor de la chica de las lágrimas, buscando el mejor momento para liquidar ese resto de medialuna.
El mozo la vió y agachó la cabeza. Muchas veces había visto repetirse esa misma escena en muchas caras distintas. Hizo un amago de acercamiento, pero prefirió dejarla sola. Con un poco del pudor de los que violan con frivolidad las emociones, le dejó timidamente la cuenta a un lado junto con un pañuelo de papel.
Ella pagó y se fue. Tenía que volver al trabajo y pensar que iba a hacer de cenar. Hoy tenía un poco mas de tiempo, él volvería tarde, porque le había dicho que tenía una reunión de trabajo.

1 comentario:

Lena dijo...

¡SANTAS CONEXIONES CÓSMICAS BATMAN!
Es parecidísimo a algo que escribí el año pasado (y que sigue siendoe escrito):

http://vaciocosmico.blogspot.com/2008/09/invierno-de-praga.html