09 enero 2010

Exprime hasta la última gota

Estoy sentado junto a la ventana con mis piernas cruzadas sobre la cama. Los perros me ladran desde el patio en el piso de abajo. Mi amigo me acosa con preguntas desde el pie de la cama. Cierro los ojos, rodeado de sonidos pretenciosos exigiendo mi atención. Corro la cabeza hacia el lado opuesto de la habitación tratando de separar los sonidos de los ladridos de la voz de mi compañero. A tientas, tomo la guitarra por el diapasón y lo acomodo sobre mis piernas.
Abro los ojos y miro a los de mi amigo ciegamente. A sus palabras asiento con la cabeza significando que estoy siguiendo sus palabras. Pero en realidad estoy haciendo el esfuerzo de mantener ambos sonidos separados, son demasiado para mí, todo junto así. A continuación, procedo a hacer sonar la guitarra siguiendo una melodía que había compuesto poco tiempo atrás y que por alguna razón sentía que algo no estaba bien.
Entonces, estoy haciendo el trabajo de construir melodía entre dos sonidos que mantengo aislados uno de otro. Mientras tanto suena la melodía de mi guitarra con mi izquierda deslizándose por las cuerdas y mi derecha rasgando y golpeándolas. En un momento mi mano se detiene en un lugar, todos los sonidos se apagan y la miro. “Ya sé” dejo escapar repentinamente.
“¿Te dijo algo a vos? ¿Hablaste con ella?” dice mi compañero buscando en mi expresión coherencia con su relato. Los ladridos vuelven pero solos, mi amigo guarda silencio esperando mi respuesta. Mi mano se posiciona en el diapasón en el lugar de ella y yo, entendiendo y dispuesto a hacerla sonar, ahora dejo escapar un “Empieza con La menor”.

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