Se puede uno
Sentar en la cima de la aureola
Y sentir como los ojos del futuro
le piden a uno escribir,
esos instantes precisos de gloria
diseminados por la existencia.
Aquellas distintas versiones del movimiento
en cada ave enumerada/
tras la mirada fija de una mujer
que cuenta
grita
y llama a un par de antílopes que no le pertenecen,
dignas ramificaciones de vuelo ajeno
que cuenta
grita
y llama desde el clamor de su especie escrupulosa.
A mansalva se oye el huir de los cerros.
Mirarlos de cerca:
desde lo más silvestre de su pecho
para llorarse una luna
y no saber hacer
cosa más que reinventarlos
sobre un par de renglones,
el grito colosal
de su verdad.
1 comentario:
Que hermo su ra, piba.
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