05 marzo 2010

Hay un rincón de la muerte usurpando por la puerta que resplandece desde mi paréntesis.

¡No usan mas sombreros esos rojos!..
Ésos que perdieron el don en algún kilómetro de mañana.

¿Qué queda en lo que queda cuando estalla el azúcar y no hay resurrección? Estoy hablando del vacío sin plegaria, sin ventana de emergencia.

Gotean lágrimas los huequitos de mi mano,
los espejismos se desgarran en las curvas
y me ahogo un poquito;
Por que es difícil el vértigo de tu sombra colorada,
viva, y combatiente,
resurgiendo en la acción de ternura.

Todo mi espejo se estrello en el aire con violencia.
Ferozmente la inocencia de arrancar nubes fue borroneada
de mi adentro más afuera.

Ya tengo zapatos, es verdad.
Ya no hay silabas que puedan formar el nombre descalzo
de aquellas túnicas de dolor que un jardín oscuro,
con guitarra de trova silbó.



http://los-mil-lunares-de-clarisa.blogspot.com/

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ay no, es completamente preciosito.
Un abrazo enoooooooooorme.


Agustina.