18 marzo 2010

Solipsista en un bar

“En el principio fue el caos, y así prosiguió hasta que decidí que tenga fin, y todo se vuelva orden. No necesité seis días, comencé por cerrar los ojos, en un gesto de cansancio, de rutinario hastío, y al abrirlos, en solo un poco mas de lo que dura un parpadeo, comprobé que mi deseo se había vuelto mandato, y la orden fue inmediatamente acatada. Detrás del ventanal de “La Paz”, a mi derecha, habían desaparecido todos los vehículos que transitaban sobre Montevideo. Vi que esto era bueno, sentí placer, y decidí que todo el tráfico que circulaba por Corrientes debía desaparecer, y desapareció. Luego, disfruté mirando caminar por las veredas a decenas de personas, ajenas al nuevo orden, ignorantes de que jamás máquina alguna hubiera circulado por las calles, como si el asfalto fuera un lecho seco, de eterna presencia. Entonces cerré los ojos, mas profundamente, y los abrí sin sorprenderme al ver ahora las veredas también vacías. A mi alrededor sobrevivían una veintena de clientes del bar, algunos mozos y el adicionista. Ví que mi obra era buena, y los hice desaparecer. Entonces quedé solo, pero rodeado de las calles desiertas, acosado por las mesas, las sillas y los mostradores. Cerré pues los ojos, y los desaparecí. Vi que esto también era bueno, entonces concentré el universo en una burbuja y le ordené que dejara de existir. Y así quedé solo en el universo. Entonces dije “no es bueno que el hombre esté solo”. Y desaparecí”

3 comentarios:

Lena dijo...

No pienso pecar de subjetiva. Pero tengo que decirlo, en casa habita un genio.

Tu Sol sigo a Roetana. dijo...

ENCONTRÉ EL DEL PADRE DE MOLI.
Tan capo como la hija, pero si es de no creer, che!


Agustina.

Lena dijo...

SSHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!

Era un secreto.