05 abril 2010

Espejismos entre la máquina de ocasos

Baúl de recuerdos,
cofre de irracionalidad.
Pez que mordió carnada,
ave dispuesta a volar.

Y la llave que se extravió
en un abismo mas grande que el mar.
Podés sonreír, pero sin mirarme a los ojos.
Yo quizás piense siempre
en ese cielo al que no pude llegar.

Espiaste entre las agujas
segundos acercándose al final.
Por qué desesperarse?
si siempre hay una nueva tormenta
que nos viene a buscar.

Solo queda elegir un camino
y correr hasta el inevitable fin.
Correrías el riesgo de encontrar en mí
el vuelo que no esperabas,
equivocarse cuantas veces sea posible hasta morir...

Te alejaste aún mas,
yo observé tu vuelo rápido como semifusa.
Una partitura vacía que no pude interpretar.
Sentirse mejor, sin pretender olvidar.

Sonreí, pero no evites volver.
Me resigné a lo que no pude alcanzar.
Levantaste tu vista,
te atreviste a hablarme.
Así no podré olvidar tu nombre jamás.

No te atrevas a asumir que no lo siento,
si los miles de trazos en la pared fueron ignorados
mientras observaba el cielo para escribir el siguiente.
La máquina de crear ocasos
cerró y su espuma entre nubes dejó.

Si aún la lluvia nos parece amable
podrás vivir en mí.
Buscá tu felicidad,
dale tiempo al tiempo
mientras respiro este viento
donde unas hojas buscan su hogar.

Entonces el ave se cansó de pensar
de elegir siempre mal.
Pero ya no creo sea tan dificil
encontrar el equilibrio
creando un arpegio con el sonido del mar.

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