17 junio 2010

Creación de color o Extraño Príncipe de Beluvia .

“Pequeño planeta, Beluvia
Cuenta la leyenda… “

Yo que siempre quise conocer el espacio, y pocos querían que lo conozca.
Yo que siempre mire con mis ojos grandes al tiempo y al cielo.
Fue una mañana de Primavera en la que el sol deslizándose en las espaldas de la tierra me despertó y el agua enfurecida babeo sobre mi su saliva. Y a lo lejos, entre ese llanto del cielo y esos ojos de luz amarilla aparecieron muchos colores en forma curva que atravesaba mi tierra.
Yo, habido explorador de planetas, decidí ir tras lo que los Terráqueos llaman “Arco Iris”, dícese, de las grandes formas de colores en los cielos agravidos y fornidos. Al llegar hasta la entrada de este espectro de colores vi una puerta, intente entrar la primera vez, quemandome las manos. Triste y solitario corrí por las fosas del cuerpo planetario, me escondí en un bosque de edificios. Varios días después, logre tomar la fuerza que necesitaba y romper con todo mi anima esa puerta de colores –pues entendí que solo si uno tiene colores se puede entrar-.
Por fin, entre.
                          /largo
                                            /Salto
                     /Amarillo
                                        /Cambio
                                                                                                    /Resplandece
                                                              /Instantes

Y a la distancia caí. Y de repente me encontré en un planeta extraño, que tenia muchas burbujas de colores, yo que soy muy curioso, como todo príncipe, toque una burbuja violeta, al tocarla hubo estallidos de colores, y supuse una extremidad de mi en la imagen de los todos. Y supe la realización, esa burbuja me explico, que cada burbuja dentro de ese planeta, era un Universo lleno de diferentes colores. Entonces, yo, príncipe de los sueños explote en mil colores.

Claro, el planeta Beluvia, lleno de belutas (así le llamaban a las burbujas de colores) exploto también. Y millones de infinitos universos cayeron sobre mi, y asi fue como

El Tiempo;
                                                                  El Sueño;  
                                 Las Rosas;
                                                                    El Rey;
                                                                                               El amor;               
                                                                                                                   Plasmaron en mí. 
Más tarde, en los eones del tiempo naufrague, criaturas de extensas capas y sensaciones vi.
Una mosca en los tejados de Aundryl, un elefante violeta saltando y comiendo manzanas de oro naranjas, un hipopótamo amarillo cristal que me estremeció hasta la salida. En esas tardes dude de mi y de el planeta Beluvia, mi paranoia y tristeza hicieron que yo sucumba. Pero pronto recupere las
fuerzas y junte a todas las belutas en una Beluta gigante, lo que pasa, es que en el planeta Beluvia, todas las belutas están por separado, no juntas. Entonces, yo príncipe de Beluvia, decidí juntarlas. Que tonto fui, querer encerrar al universo, querer controlar mis espacios y tiempos. No pude.


                                                          Sufrí.



                                                                            Llore.

Y creyendo haber alcanzado el todo, me di cuenta que solo tenia nadas y esas nadas eran aquellos todos de nadas. Entonces fue allí cuando mi ser mortal moría, cuando vi que de la cuasi fusión de las Belutas, una hoja de cristal multicolor salió. Este cristal, tenía cara, ojos grandes y muy redondos. Me

miro fijo y me dijo: “oh triste príncipe de Beluvia, los mares helados te han enfriado. Disculpa. Te he engañado”. Lo que ella no sabia es que yo, triste príncipe de Beluvia quería que me engañe, me sentía bien, vivo, con sentido dentro de ese engaño. Dentro de ese tiempo/espacio/amor/alegría/pasión/sincronías de soles.
Las oscuras arenas y los terribles grises empezaron a aparecer en todo Beluvia, el cristal se había roto, había que volver a juntarlo, debía pasar por los 3 grandes círculos de los Entenderes Generales.
Atravesé el primero, sucio, vil cuál humanidad, insectos asquerosos, sangrantes de mis pasiones.
Malditos sean. Yo, triste príncipe de Beluvia, maldigo y te maldeciré por siempre humano. Nunca vieron mas allá de sus narices, nunca quisieron, ni pudieron, ni intentaron ayudar a Beluvia. Solo oían, pero no escuchaban. Veían pero no miraban. Tocaban, pero no sentían. Allí fue donde conocí a

Maldoror que me conto de lo inservible que son los humanos y como su tiempo no existe y que lo vil era en realidad un barco de locura hacia las aguas eternas de mis sienes.
Regrese con ojos apagados. Entonces la vi. Estaba viva, existía, no era mentira. Era ella. Todo lo que quería y buscaba desde hacia tanto tanto espacio. Al fin. La Princesa de Beluvia estaba allí, sentada. Mirando un rio de colores. Corrí, y nos empapados en las aguas torrenciales de colores. Todo fue alegría, los grises huyeron, pues es sabido, que ante tanto color el gris muere.

No todos los soles brillan, algunos saltan y caen. Otros aguantan hasta que los quiebran, pero solo unos pocos logran resistir y quebrar al gris con sus enormes colores.
Gracias princesa de Beluvia.

Yo, Extraño triste Príncipe de Beluvia.

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