27 julio 2010

Pasión, virtud olvidada (wondering spirits)

Pasión: “Emoción o sentimiento muy fuerte; Afición o interés desmedido por algo.”

Desde la época de los Griegos hasta nuestros días se han resaltado varias virtudes como necesarias y destacadas en el hombre. Una de ellas, es la pasión.
Últimamente en el mercado de las virtudes, la pasión ha caído en desgracia y frente a ella se erigen imponentes el éxito, la ambición o el virtuosismo.
El genial escritor y sociólogo argentino, José Ingenieros (1877-1925) escribía en un capítulo de su libro “El Hombre Mediocre”, titulado “La emoción del ideal”:
“Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala
hacia tal excelsitud inasible, afanoso de perfección y rebelde a la
mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso de un ideal”.
Resaltando así, el objetivo, el ideal por sobre el resultado de la búsqueda y por sobre la realización del mismo.
El filosofo francés René Descartes por su parte, postulaba en “Las pasiones del alma” (1649, también conocido como “Tratado de las pasiones”) que:
“Es el único modo de la sensibilidad que se presenta como una invitación, a la cual la voluntad debe imperativamente responder. La pasión es entonces una percepción, pero no es una idea.”
Claro que las pasiones también han sido llevadas al extremo del fundamentalismo, la irracionalidad y (lo que es peor) de la estupidez: "Las pasiones son como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes" reza una frase anónima que hace mucho viene resonando en distintos ámbitos.
El filosofo y teólogo, Santo Tomas de Aquino, explica en uno de sus primeros ensayos sobre las virtudes que:
“La pasión es un movimiento del apetito sensitivo. Las pasiones, por sí mismas, no son buenas ni malas, pues el bien y el mal del hombre se toma de la conformidad con la razón, y de ahí que las pasiones, en sí mismas consideradas, puedan ser buenas o ser malas, según que se conformen o no con la razón. El movimiento de pasión, en cuanto pasión, tiene su principio en el apetito mismo, y su término en la razón, a cuya conformidad tiende el apetito.”
Reafirmemos entonces la pasión como motor individual y colectivo de realización y libertad, de felicidad y raciocinio. Por sobre todo.”

Es entonces pertinente, en tiempos de inmediatez resultadista, de precios por sobre valores, reflotar la virtud de la pasión, de la realización del ser humano por sobre todo lo demás que nos distrae.

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