31 agosto 2010

Ascarpanulo.

Abramos esto que llamamos tierra en el mes de Septiembre. Tengo miedo de que mi garganta me deje sola. Que las palabras se vuelen como un viento que se ha llevado el canto para que nadie lo toque. Tengo miedo de que mi cuerpo no pueda llorar si lo gozan de espinas hamacándose en la memoria. Como de risas que se han ido, resuenan, como un fantasma de alientos en medio de una noche acostada a la nada. Una mano cualquiera palpando la piel blanca y la abrazo porque tengo miedo de que la tierra se coma mi boca labio a labio. La soledad no es más que el perderse a sí mismo en mis brazos abiertos al abismo me llamo, y déjate caer ahora ya sin excusas, ahora como si la caída fuera un desalme un suspiro un palpito, Pero tengo miedo. Mañana será una espiral de incógnitas circundando la línea del horizonte entrando por la nariz, y oleremos entonces tanto y todos a tenue luz de un túnel de agua; A vestigio oceánico. Habremos roto el aire con una uña y el viento vendrá a recordarnos que el canto yace en el silencio. Del corazón al que nadie se posa. A escuchar como calla el murmullo nocturno. Que nadie mira la suavidad del fuego el aleteo del pez, el habla de lo no sabido y acordamos ésta que acabo y ésta que comienzo y labro la llegada de una plaga del anterior horizonte emergiendo desde el fondo del borde de este u otro planeta cualquiera sea que acabará vendándome los párpados para encontrarme en medio de un silencio violento, para tocarme con los ojos abiertos que pese a cualquier ritmo de reflejo leído en el cielo o infierno rodado a las neuronas por las que transito enfermamente ya no hay eco ni distante no hay nada estoy sola Sola; GRITO, SoLa. (Creo verme); Si se me va todo lo eterno ahora que puedo aún hablar de muerte como de la mano al día, qué vendrá a serme desde otro centro paralelo, qué bestia consumirá de mí dormida lo que dejaré de ser entonces cuando este cuerpo mire consigo toda esta sombra , que se mire así. Tan perpleja, tan nada tan mísmo; y sea un vestigio de luz asomando por un dedo una única palabra. Dónde quedo ahora que reflejo en el cielo el paso continuo del marcharse a mordiscones, de tironearse así de a poco. Dónde quedo ¿Dónde? (tengo miedo); tengo miedo. Tiemblo.


http://babelemonade.blogspot.com

1 comentario:

Patricia Angulo dijo...

Yo también le temo a la soledad involuntaria, pero no queda otra que atravesarla.

Inquietante y muy buen texto.

Besos.