09 septiembre 2010

Los eventos y las cosas.

En un instante crece el rectilíneo edificio de nuestro descontento,
cada vez que afuera un perro ladra al inaugural rugido de la calle.

Y mi alma, pájaro azorado y leve, no quiere descansar y borronearse
la vida servida en un desengaño de derechos.

Yo me niego a esta libertad,

yo me arrojo cantando contra el incendio,

en un instante la tarde ruge sobre las sepulturas,
y en nuestro esqueleto baldío puede sentirse algo...

un algo atroz...

una horrible expectativa.


y los transeúntes se aterran al pasar viéndonos desnudos de palabra, en las calles...

En secreto saben y no divulgan,

que corremos el riesgo de estar vivos.

llevamos en la piel, como una cicatriz, el pecado de la palabra.
El artificio ingrato del tiempo.

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