04 octubre 2010

La perpetuidad de los momentos

Como persona que tiene la compulsión de escribir (he desistido de auto postularme "escritor" o lo que sea), me encuentro frecuentemente en la encrucijada de que es lo verdaderamente importante, es decir, lo que merece la pena ser publicado y lo que no. Alguna vez Chris Martin, líder del grupo Coldplay, declaro que sus letras jamás eran publicadas en el booklet de sus discos ya que a su parecer eran solo un puñado de "pensamientos sueltos, puestos juntos" (algo parecido a lo que alguna vez también declaro Kurt Cobain) y que solo letras como las de Bob Dylan merecían ser impresas. Por otro lado también están quienes que creen que todo lo escrito debe ser publicado, más si es en un blog, y aún más en mi etapa de estudiante de la materia (comunicaciones y periodismo), a manera de prueba o experimento digamos.
Fuera de eso, la cuestión que más me preocupa y desvela es una más personal y ajena a las opiniones y el debate de otros... es el miedo a quedar preso de un momento y perder calidad por veracidad.
La inspiración tiene la costumbre de tomarme por sorpresa donde menos lo espero, puedo llegar a estar todo el día pensando una idea, hasta que realmente llega el momento (¡y el tiempo!) de escribirla. Ya sea como mero observador de un hecho en particular, o como actor de algo que inquieta el hemisferio izquierdo de mi cerebro.
Plasmar un momento de mi vida, un sentimiento o una reflexión, puede ser perjudicial para la buena salud del texto en sí. Uno puede llegar a escribir ciertas "cosas" preso de un momento, "cosas" de las que después se puede arrepentir. Por eso mismo, siempre pienso dos veces antes de escribir y vomitar lo que está en mi mente y en esa discusión conmigo mismo, planteo dos posturas (cual ángel y demonio sobre mis hombros)...
No quiero perder el objetivo de los textos, el estilo de los mismos (si decido hacer un cuento, un texto de actualidad, una reflexión personal, o un texto libre, etc.), ni diluir sus identidades (con sus respectivos personajes) o el mensaje final que quiero dejar, en solo una mera declaración personal, una catarsis pura sin ningún filtro literario.
Aceptando el hecho de que es natural que las opiniones cambien con el paso del tiempo, el hecho de que siempre voy a seguir reescribiendo lo ya publicado (obsesivo se dice), y fundamentalmente a la hora de escribir recibo una gran inspiración de mi vida diaria, lo quiera o no, directa o indirectamente. Y tratar de escapar de ella, disfrazarla demasiado o adornarla sería una estafa a mí mismo. Lo mismo pasaría si solo decidiera hacer una especie de diario personal abierto para todo el publico...
Por eso creo que es inútil escaparle a los momentos, los raptos de inspiración, la sensación imparable de escribir algo ya, de sacarlo de nuestras cabezas porque, aunque luego nos arrepintamos, ese momento pide a gritos ser eterno y solo mediante la palabra escrita lo será. Y allí quedara un registro de una parte de nosotros y nuestro tiempo... Más adelante quizás escribamos una segunda parte o una respuesta a nosotros mismos ¿Quién sabe?..
No debemos tener miedo de perpetuar un momento (porque indefectiblemente así lo haremos con miles de ellos) sino de perpetuarnos en un momento.

http://unfrioyrotoaleluya.blogspot.com

1 comentario:

Lena dijo...

Interesante cuestión. En mi caso particular, jamás pienso mientras escribo. No sé si es un problema, pero es algo que se repite en mi vida: soy muy impulsiva, pasional, de hecho soy una horrible oradora puesto que hablo antes de pensar u ordenar bien las palabras que quiero decir. Cada quien es un universo en si mismo.
Coincido plenamente con la reflexión final. La cosa es no quedarnos por siempre en el fango, si no avanzar o cambiar o simplemente intentar remarla. O algo así.