19 noviembre 2010

Las flores


Que no me cierre, pedias.  Esa fue la última noche en la que se nos vio. Mientras de tu boca surgían esas palabras, en nuestro cuerpo  se posaba el sol del ocaso.
                Mírate ahora, sonriendo mientras alegramos el panorama con todos nuestros colores, mira como con nuestra vida el panorama cambia completamente. Me tienes cansada diciéndome que no me cierre, que el sol, que la luna. Basta, no nos queda demasiado tiempo hasta que el sol caiga sobre nuestros pétalos, disfrutemos de estos últimos momentos, más juntos que nunca.
                Si el sol supo admirar todo lo que generábamos, como puedes preocuparte tanto por él, si él mismo está disfrutando de la imagen que le brindamos. Resulta algo risible, el hecho de que gracias a él podamos vivir, y que gracias a nosotros él puede disfrutar. Cuando él se vaya, nosotros ya nos habremos cerrado, mostrándole a la luna la belleza de nuestro exterior. Pero ella en ningún momento se ofendería por esa imagen, sin lugar a dudas también disfruta inmensamente de lo que pasa por dentro.
                Nuestros pétalos se van cerrando lentamente, acariciándose entre sí, tocando las manos del otro, uniéndonos para que nada exterior a nosotros pueda molestarnos. Formamos alrededor  nuestro un entorno en el cual nada nos puede hacer daño, todo aquí dentro es perfecto, tus pétalos se abren y se cierran agarrándome cada vez más fuerte, tomándome por la espalda, respirando cada vez más agitados.  De un momento a otro, lo único que nos cubre es  nuestra propia piel.
                Cada vez que acerco una parte de tu cuerpo a mi boca, puedo inundar mi ser con ese aroma tan característico tuyo, tan bello. Tanto me gusta, que mi boca trata sin mesura de averiguar si el gusto de tus pétalos es tan bello como el perfume que sale de ellos. Con cada rose de mi boca por tu ser, tu cuerpo se estremece como si el sol lo llenase de vida nuevamente, aunque fuera sea de noche.
                Todas y cada una de nuestras partes están unidas, ninguna fuerza podría separarnos por más de que lo intenten y lo intenten, hemos creado algo que es más poderoso y bello que cualquier dios del Olimpo. Ellos mismos se dan cuenta con cada una de nuestras exhalaciones cada vez más agitadas, empapadas en placer, que nunca podrán separarnos.  Y ahí el deseo que llegar cada vez más dentro del otro, totalmente mojados nos abrimos paso en el otro de forma cada vez más placentera.
                Pareciera que nos dimos cuenta  que el césped debajo de nosotros crece y nos moja quizás  por nuestra propia transpiración, pero realmente no nos importa, en ningún momento podríamos detenernos, el rose que se genera entre nuestros cuerpos es cada vez mayor, cada vez más salvaje.
                De nuevo tu voz, que con cada grito genera  cierta contorsión en  tu espalda. Tengo que moverte con delicadeza,  no me perdonaría jamás que tu cuerpo resulte lastimado entre semejante acto de amor. Tu pelo vuela con el viento mientras tu respiración se agita llegando casi al extremo. Tus pétalos vuelven a abrirse, mirando al sol.
                La primavera ha vuelto, y ahí estas vos, creciendo lentamente a mi lado en el medio del Jardín. Mostrándole al mundo tu inmensa belleza. Un jardín completamente desierto nos rodea, pero vaya que supimos crecer entre las aguas.

1 comentario:

Sangramente dijo...

Primera mitad de la escena de las flores en "La Pared de Pink Floyd", jajaja.
Muy bueno.
Muy lindo.