02 enero 2011

La muerte inexplicable (guía útil sobre como enterrar a los padres)

La muerte, pesada presencia, permanece durante toda nuestra vida a un costado o detrás nuestro... silenciosa... expectante.
Todo el tiempo está allí, en algún lado, en algún lugar de nuestro inconsciente, escondida.
Cuando nos toca de cerca, es como la piña de un peso pesado... dolorosa, rápida.
Así como viene, se va, y nos deja preguntándonos que es lo que acaba de pasar.
Los humanos, a diferencia de los oráculos o los dioses míticos, nos caracterizamos por no conocer nuestro futuro, esa incertidumbre constante en algunos casos se ha convertido en obsesión y en otros, en temor.
Mucho se ha escrito ya sobre el deseo inevitable de inmortalidad que todos padecemos. Pero eludir a la muerte es tan imposible, como también lo es tratar de conocer más sobre ella.

La muerte es una dama misteriosa, potente y llena de actitud. Una de esas mujeres que al verla en la calle nos deja hipnotizados... hechizados.
Tratar de alcanzarla no podría ser mas en vano, jamás podremos conquistarla. Ella tan solo se desvanece frente a nuestros ojos, como el polvo, como el tiempo...
Es así, que entonces, no hay otra cosa por hacer, más que dejarla ir y aceptar el misterio.
La muerte debe permanecer así, inexplicable, ilógica, inalterable (y por lo tanto) eterna.

Que la muerte no tiene porqué. Que de la muerte nada pod(r)emos saber.

¿Por qué entonces nosotros, “simples mortales”, deberíamos desobedecer?




2 comentarios:

Diablo_calamaresco dijo...

Muerte, suerte inerte.
Aún siendo fuerte... habrá algún día que verte.

Danilo Gatti dijo...

Eso vive