11 enero 2011

Márgenes, un cuento de navidad

Lengua de pollo, pata de vaca, costillas de toro y cuernos de cerdo
En la mesa navideña, una colorida variedad de órganos rebanados.
Falsa nieve, villancicos, fuegos y petardos que inquietan a los perros.

Entre muchas felicidades se levanta mi tristeza,
se sube a la tabla sin mantel y me dice gritando:
¡Vamos! ¡A apurarse que es hora de comer!,
Me agarra por el brazo y nos subimos a un trineo de lobos
que remonta por encima de las grandes telarañas,
y llegamos a la mesa de nuestros verdaderos amigos:
Cómo, Cuando, Dónde y Por qué.

¡Cuidado con la araña! Hay que taparse la nariz.
Por si las moscas, si, por las moscas enredadas en formato digital.
O formateadas, ¿Estamos atrapados?
Quizás rebanados, o quizás somos solamente otras moscas,
chupadoras de sangre y ponedoras de huevos.

Cuando el mundo se vuelve aburrido, y los días se repiten
como quien pasea por una celda, ¡Dios!
¿Cuánto vamos a tardar en pulverizarnos entre barrotes?
Cárceles decoradas, grilletes de oro y una hamaca mecida por dos ángeles
que nos dan uvas y cerezas. Una brisa fresca, el verano, la juventud, hermosa,
¡Hermosa celda ambientada por artistas!

Cada ADN tiene la propia carga de hacer,
hacer y fracasar, y morir y renacer para seguir fracasando.
Hasta que el ADN se vuelva DNA, o NAD, o MDMA o cualquier cosa,
de modo que estamos metidos en ese proceso, y nadie puede comprar una catapulta.

No nacimos para una vida tranquila,
ni para responder a otras moscas.
Esta es una enorme fiesta de disfraces,
¡Variedad! ¡Crisol de razas! ¡Máscaras para todos!
Pero algunos ebrios, están cansados
porque mantener el disfraz es aburrido, caro, repugnante.
Aquí no se toleran los desnudos, excepto sobre el escenario,
donde puede uno ser estéticamente libre.
Poesía, música, teatro, ¡Si solamente pudiéramos quedarnos en silencio!

No hay nada mágico en estas palabras, y si tienen belleza no es mi responsabilidad,
y si son feas, tampoco importa, y si dicen la verdad, tampoco.
Yo no soy amigo del sueño y no vengo a hacer propaganda.
Ni siquiera de mi mismo: soy tan miserable como todos.

Pero si preguntan quién soy, o mejor aún, quienes son ustedes,
ahora que estamos sobrevolando la órbita con un globo,
y los lobos del trineo se detuvieron para aullar a la luna,
puedo decir que dudé mucho antes de venir, y que sigo dudando
cada mañana, cuando los ojos se me abren por alguna razón.

Cuando era un niño y no alcanzaba el interruptor de luz,
me parecía que el mundo era muy extraño y sentía que en cualquier momento caería el telón, los actores dejarían sus roles y la función se acabaría.
Pero eso no pasó nunca.

Me frustré intentando comunicarme con personajes.
Y al ver que nadie reconocía las máscaras, me sentí loco y deshumano.
¡Irreal! Llegué a pensar incluso que era un holograma.
En verdad, todavía tengo mis dudas.

Me la pasaba preguntando
¿A dónde va el día cuando es de noche?
¿A donde va la noche? ¿A donde nos vamos nosotros al dormir?
¿Y por qué volvemos cada mañana, y a donde?

Vivía acosado por la sensación de ser un holograma,
y no quería repetir la historia de tantos.
Seguro, religioso, jubilado, ahorrativo, fantasma, momia y cadáver.
Para ver el futuro, visite un geriátrico.

Me fugué corriendo del pelotón de fusilamiento
¡La gente, la gente, la gente!
Con todos mis sentidos huí, con todos, excepto el sentido común.

Un día me desperté en la playa bajo el sol,
y cuando vi mis brazos y mi piel, había manchas extrañas.
Enormes granos oscuros en todo mi cuerpo:
Me había convertido en leproso.

¡Soy ahora un infecto!
¡Mi cuerpo se cae y asusto a los niños!
Mis dudas me trajeron hasta aquí, y vivo recluido en el leprosario:
el único lugar donde quiero estar.

A veces es extraña nuestra situación.
Los leprosos sabemos que no nos queda mucho tiempo.
Todo lo podemos perder.
Cada parte de nuestro cuerpo es efímera, así como cada día,
como cada valioso momento que llegamos a completar.
La enfermedad nos despierta a nuestra verdadera naturaleza.
Y no puedo quejarme, nunca fui tan feliz.

Mientras el globo sobrevuela y se desinfla,
mientras la araña junta sus patas, mientras Papá Noel estaciona sus renos
y aún quedan algunos petardos cayendo sobre la luna,
nosotros, los fallados. Borrachos, incompletos,
con lo que queda nos aliviamos,
porque nos faltan partes, estamos rotos.
Algunos cantan, bailan, aúllan o brindan o comen o gritan.
Los necesito,
porque ellos tienen los pedazos que un día pueden faltarme.

En cuanto a mí, prefiero deshacerme en este momento.
Si voy a desaparecer que sea entre letras, palabras,
que me lleve el viento. Y ahora ¡Adiós!

Pero antes, propongo un brindis:
¡Por los leprosos!
¡Salud y feliz navidad para todos!

1 comentario:

Ma Lena dijo...

Y un próspero año nuevo.
No puedo más que decir esta idiotez, porque al leer entré en éxtasis o en trance, no se. Estás que la zarpás.