22 marzo 2011

¿Te acordás?


-¿Darío? ¿Darío Terredo? ¿Sos vos, Darío? –el hombre había cruzado la calle sin prestar atención a los autos, que tuvieron que frenar para no llevárselo puesto, y siguió su camino con velocidad digna de Messi hasta plantarse frente a Mario, apretándole un hombro con confianza desbordante.

-N-no…

-Sí, cómo no vas a ser vos, Darío, si te parás igual de desgarbado que siempre. Tenés entradas, claro, pero ¿quién no, eh? –preguntó, y para demostrarlo metió un par de dedos en el pelo sobre su frente para exhibir sus incipientes entradas.

-Disculpáme, pero estás equi…

-Mirá vos, che, qué loco. Darío Terredo. Quién lo diría. Uno anda haciendo sus cosas, compras por acá, almuerzo por allá, y de repente, oia, mirá, ahí está Darío Terredo.

-No, mirá…

-Che, loco, ¿seguís jugando al fútbol? ¡Qué zurda que tenías, mama mía! ¿Te acordás la goleada que le metimos a los de la 46? Quedó pa’ la antología, ¿eh? ¿Cómo se llamaba el pibe alto ése que jugaba de centro?

-N-no sé…

-Sí, cómo era que se lla… ¡Patricio! Patricio Jiménez o López o algo así. ¿Te acordás que calentón que era? ¿Te acordás que a uno del Defensores lo mandó al hospital con el tabique quebrado?

-Mirá, me parece que…

-¿Yo? Nah, no sigo jugando. Bah, qué se yo, un picadito de vez en cuando, viste cómo es, pero siempre fui medio de madera yo, igual, así que… Pero vos podrías haber jugado profesional. ¿Te acordás que siempre decías que ibas a ir a probarte a Boca? Bostero pelotudo eras, ¿eh?

-Soy de Colón…

-¿Te acordás cuando llenamos de gelatina la cartera de la gorda Gutiérrez?

-No.

-Sí, cómo no, fue idea del negro Mato, después de ese desastre masivo de la integradora de Biología. ¿Te acordás cómo gritaba la gorda? Y claro, se armó la guerra gaucha, pero hicimos todos la gran Espartaco, ¿te acordás? El viejo Corrado nos paró a todos en el patio y amenazó con suspendernos a todos si el culpable no confesaba, ¿te acordás?

-No.

-Pero, sí, es que vos te estás confundiendo con tercer año, cuando fuimos todos a recuperatorio de Física. ¡Qué hijo de puta ese Heredia! El tipo enseñaba como para la UBA, y nosotros veníamos de un año de viva la pepa porque la profesora DiPascuale se había tomado licencia por viaje de estudio. ¿Te acordás?

-No.

-Sí que te acordás, si estabas re enamorado de la DiPascuale. Profe, profe, llámeme a mí que tengo toda 
la tarea hecha… Cómo te cargaba el negro Mato. Bah, el negro Mato cargaba a todos. Me enteré de que ahora tiene un bar en Belgrano o por ahí. ¿Te acordás que él quería ser médico? Bue’ no duró ni un año en Medicina. ¿Te imaginás, el Doctor Mato? De la nos salvamos, ¿eh? ¿Y te acordás que yo siempre rompía las bolas con Arquitectura? ¿Te acordás que siempre estaba  haciendo planitos y mediciones?

-No.

-Sí, que tenía ese cuaderno con todos mis planos. Mirá, al final dejé todo eso y me puso un kiosco. Qué loco, ¿no? Re poco glamoroso, pero bue, me queda cerca de casa y puedo verme todos los partidos sin culpa. Lo único malo es que está cerca de una escuela, y a la hora de entrada y salida los pendejos me rompen los huevos, pero bue’. ¿Nosotros habremos sido así de pesados en la escuela? ¡Uh! ¿Te acordás del kiosco de Don Antonio? ¡Don Antonio…! Cómo lo cagábamos al viejo, ¿eh? Siempre terminábamos pagando de menos, ¿te acordás?

-No.

-Pero sí. Che, tendrías que hacerte ver, si tu memoria te funca tan mal. Bueno, che, un gustazo haberte encontrado, Darío. Me alegro ver que andás bien. Se te ve bien, contento. Ya te digo, algo pelado, pero bien. Medio rellenito, ¿no? Y bue’, viste cómo es uno, cuando va creciendo se da permisos. Pero bueno, negrito, que sigas bien, y nos hablamos, ¿dale? Dale. Chau, Darío, querido, nos vemos.

Mario se quedó plantado en la esquina varios segundos, haciendo caso omiso de las miradas extrañadas que las personas le echaban. Al final, sacudiendo su cabeza, cruzó la calle para ir hasta su auto, luchando todo el camino contra el impulso de revisar su documento.

No hay comentarios.: