16 junio 2011

Sólo los fantasmas creen en los fantasmas.

Julio Córtazar.

Poema para los dormidos,
(los dormidos que no se despiertan
ni con el pulso de un violín)
descompuesto en varias partes,
sin rimas ni agujeros.
Escrito sin escribir
como el agua que corre dentro de la piel:
la sangre.
La sangre, la
que sangro y dejo sangrar
que es mi noble escencia
(por excelencia)
diafana en demasía ya que es
mi cielo interno
mi mayor tesoro
o mi mayor secreto
más sincero que los sueños,
más real que los errores
Es mi sangre la que corre
ahora.
En su ritmo de espera
y es su ritmo
la que habla.
Es mi música, mi llanto.

Para la sangre que es la raiz de mi cuerpo
y danza en su gloria eterna
como un abrazo infinito entre dos enamorados
o el cólera de un beso oculto:
este poema (sin pies ni cabeza por mucho que florezca)





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1 comentario:

Ma Lena dijo...

Que lindor, sólo eso tengo para decir.