10 agosto 2011

Ají putaparió




Martes, miércoles, viernes; da igual. Todos los días son el mismo día. Un vendaval de ausencias, de cuotas de resurrección; una miscelánea sin pasiones ni trampolines. Doy fe de mi estructura molecular incierta y desierta, anclado en una nebulosa pigmea. Ya no hay farsas ni contraofensivas, ya no hay muecas, ya no hay jardines, ya no hay nada que me devuelva al mundo.
Carecer de posibilidades es una posibilidad, y me siento a no esperar, a no buscar. Y los espejos doblan los vértices de una estampilla; corroen la sangre en bulla, fría, dormida, enjuagada en colores sin forma, sin candores ni espulgabueyes. Arrinconado enciendo un último cigarrillo y observo cómo caen las hojas de un viejo sauce, gritando tazas y martillos, rumiando como cerdos en corral. Deslomo mis hespiridinas, templo el grosor de mis venas y encadeno mis huesos a la intemperie.

Angst, angst!

El sol se ha hecho monolito, trenzándose con el viento en luchas de tercera. ¿Para qué contemplar la primavera, si caerá tan estridentemente como el Sacro Imperio? Prefiero estancarme a ser pollo de rotisería. Eso es todo. Sin embargo, debo admitir, me hallo tan dorado por dentro como en parrilla… pero ya soy un plato frío y sin sabor…

2 comentarios:

Sangramente dijo...

¡NUNCA HUBO PUERTAS! es lo que hay que responderle a Pink en el juicio

Muy bueno che
Demasiadas preguntas, demasiadas cuestiones
La globalización nos satura y nos hemos desbordado y ahora ya no sufrimos sino que somos angustia. Una vergüenza.

Adrián Regules dijo...

Che, lo de Pink no lo entendí. ¿Tendré que mirar más el canal E!? Ah, cierto, no tengo cable. Tampoco tv. Eso es algo bueno, muy.

Yo creo que hay un complot de alguna secta secreta de psicoanalistas. Todo es angustia, ansiedad, todo muy raro. O los hombres (como especie) venimos cada vez más flojitos, no sé.