19 diciembre 2009

Sólo otras cuantas memorias



Estaba(n) lejos mío. En cuánto me dirigía a ella(s), la distancia se ampliaba. Las risas eran ambiguas ¿era la ternura? ¿la inocencia? ¿la burla? ¿la soberbia pecaminosa?
Dentro mío la encontré a ella, perdida en tinieblas. Vestida en tinieblas la abracé, espectados por flameantes hadas de fuego. Donde el espacio nos reunió, el tiempo quiso lo contrario. Y su brumosa mente no me reconoció jamás otra vez.
Rendido, destruído, la luz me visitaba ajena. Doncellas me rondaban y mis débiles brazos no las alcanzaban. El rencor se hizo mi carne; la impotencia, mi esqueleto; los ojos, colmillos. Mi lengua fue un látigo de cuero calloso, insensible. En esquinas ensombrecidas encontré alimento, mi vago sustento. Víctimas de este victimario, víctimas independientes de este victimario. No valían más que la res en el mercado o un almuerzo en un café.
Así perdido, personaje vagabundo como me caractericé, fui sorprendido. Vagos recuerdos guarda mi memoria. De una tormenta de culpa, irrelevante ahora, fui salvado por un ángel. Un ángel de esos que posan junto a Jesus, pero éste con medio cuerpo fuera del marco. Un espíritu salvador tan terrenal. Pero tan lejano, eternamente ajeno. Y, pronto, una historia repetida.
Cual bruma en el viento, hubo que decir adios a los espíritus y las almas. Cuando el sonido del pesado metal dejó de ser metáfora y los cuerpos fueron la realidad. Lo más cercano a almas fueron sinapsis nerviosas. Y en los músculos faciales pude ver pensamientos complejos y profundos. Las palabras faltaron y el mundo se amplio cuando una esbelta figura deliró frente a mí. Pero se consolidó en ella una fantasía caprichosa, un deseo avaro de jugar eternamente con una mujer-niña. Irreal.
Cambiar de aire fue recordar a mis pulmones que había un mundo puro donde dar mis efímeros pasos. Y tal mundo era coherente conmigo. Y yo me había hecho para tal mundo. Y ese mundo fue mi aleph al mundo. Ahí quizás toqué lo que sería una revolución en mi vida.
Ya volver a la quemada tierra natal y reencontrarme con los rostros familiares. Ver la sangre idéntica pero reconocerme como otro. Y entre los rostros, ella. Ella era para mí, lo supe siempre pero nunca lo creí concretable. Yo era para ella pero nunca pareció más que una vago parecer. Y con mis pulmones renovados pude respirar el aire que la rodeaba y sentir el aura que emanaba y acercármele. Fui lo que siempre había querido ser, un sincero amante. Fui un amante sincero pero no me correspondieron.
Tantas memorias sin objeto ya. Tantas memorias que sólo son memorias ya. Y la más fresca sea la que más rápido deseo sepultar y asumir como sólo una memoria. No quiero que ella sea motivo de dolor. Gotta move on. No negaré, no daré la espalda. Asumir y seguir es la tarea.

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