24 mayo 2010

El Aleph; sí, como ese otro.

Veo lo que ya pasó, cada cosa que terminó.
En esta vida, en las otras en las que fui algún enfermo mental, desde cada mirada, desde cada mirada de cada persona que miró o mirará alguna vez algo y pensó o sintió algo sobre mí.
Veo cada rostro que fijó la mirada en mí, escucho todas las voces que oí cerca o lejos mío.
Cada cosa que ni las más versátil mente podría imaginar que sería recordada por quien sea, yo la recuerdo.
Descansando en una plaza, solo, pensando en nadie; o acostado pensando que no pienso, sucede a veces que siento a mis rodillas temblar y todo mi cuerpo es una estructura sin soporte, me veo desvanecido como recién muerto, mi pero corporal es nulo.

Pero decir que no siento nada es una falacia, porque en ningún momento más que en esos siento que tantas cosas a la vez aparecen ante mí como fantasmas. Es un punto en el tiempo en el que no hay tiempo y todas las cosas son a la vez el presente.
Estoy parado en la puerta a través de la cual sobrepasan los hechos subyacentes a la vida cotidiana.
Veo cada detalle, y veo el conjunto del tiempo, todo ante mis ojos.
Solo con imaginar que giro la cabeza hacia alguna dirección puedo buscar, como en una enciclopedia conocido por completo por mí, lo que se me ocurra buscar...

Desde recordar el día en que nací, hasta en el que me voy a ir de acá para siempre, desde la primera vez que sentí odio, hasta la última vez que sentiré rencor, miedo, vergüenza.
Imaginar los sentimientos no es igual a volver a sentirlos. Yo siento todas las cosas a la vez, cada cosa.
Y tal exaltación de los sentidos es disfrutable y a la vez tan terrible...
Solo con recordar la última vez que me pasó esto, tiemblo hasta agotarme...
Esos momentos en los que me transformo en el cilíndrico centro del tiempo, suelen durar unos pocos minutos, pero eso no es criterio de nada, en esos minutos viajan a través de mí todas las cosas, y yo, como el voyéur que soy, las observo pasar y las selecciono a mi parecer.

Es posible que elija algunas escenas de mi vida y me quede viéndolas eternamente, es posible que con sólo unos segundos sea suficiente para recordarlas tanto como se me ocurra.

Estos ataque no clasificables por nada ni nadie me enseñaron a respetar al tiempo; por algo es lineal, por algo caminamos en línea recta, por algo algunos se cruzan, otros caminan juntos para siempre, otros se chocan o se abrazan... Pero siempre caminando en línea recta, en línea recta hasta que al tiempo se le ocurra dejar de atravesarnos.

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