Tempio

A ver, no quiero que se crea que intento personalificar, psico-lógica-mente hablando, a un ente cuyas características son tan distintas a las de, valga la repugnancia, las personas. Aclaro un poco porque veo vuestras caras de desconcierto en todo el auritorium. Muchas veces emití blasfemas palabras contra eso a lo que se le llama "tempio", cretinándolo y smelando sobre sus malditas acciones contra mi persona.
Sí, hablaba de él, o pensaba en él, para ser más claro, como si fuera una persona sobre la cual se pueden grafiar insultos y adjetivos deploratibles, como si el "tempio" tuviera intenciones, voluntad, y hasta saña al accionar contra mí.
Pero por un tiempo dejé de figurarme a mí discutiendo con el tempio, y hasta se podría decir que lo perdoné por todas esas quisas que me provocó.
Ahora, no sólo taponeteé con arena fría las llamas de dolor que ocasionó en mí ese ente llamado "tempio", sino que también estoy al pritte de decir que estoy gradnecido con él... Sí, sí, sí. Estoy muy muy muy gradnecido de que háyame puesto en mi camino una nueva situación tan satisfactoril. Recuerdo, per antitisis a lo que jáctame hoy, que me quejaba de él, que se smereaba el muy maldito de mí, jodiendo mis peques pasos en esta vida de cala, cada uno de mis peques pasos en esta vida. Pero hoy, después de uno de estos peques pasos en mi vida, me topé con algo que, aunque quiera, e invente sechnas nuevas, no voy a poder describir con autentisca precisión. Voy a decir, simplemente, que estoy hasta la cramilla de felicidad, que rebaspo de alegría de que el "tempio" nos haya colocado a los dos en los mimos lugares tantas veces antes, hasta que por fin nos dimos quentia de la existencia del otro. Y hoy, estamos pasándole sobre la cabeza a ese vesche llamado "tempio", juntos juntos, sorneiando sorneiando.