07 marzo 2012

Cauce de agua, corriente que el tiempo dibuja.
Y el ojo de un baqueano preciso, sabe
de los ritmos de este río, sabe cuando
cambiará su pulso, pulso que trae
esa tinta que logra, entre la pesadez
y el amor del alma, que una corriente
se aquiete.

(Al horizonte el cauce cae, como todo.
Como en un sueño el agua se aleja
y nuestro corazón desespera, sin fuerza,
frente al destino que la verdad aqueja)

La vista se frunce ante la tormenta
que los vientos traen a nuestro cielo.
Y en este tiempo incierto
un murmullo frenético llega a mí
desde el centro de los campos.
Miles de espíritus vuelan en torno
a la inverosímil muerte.

Decido escapar al instante que el cielo
enrojece. Los espíritus murmuran
viejos deseos, pero no seducen
a mi paso que deja atrás a la muerte
que desvanece.

Ahora el ojo de un baqueano preciso
nos sumerge en las aguas, nos trasmigra
a otro río donde todo se une y al pecho
celeste expande, por estas nuevas corrientes
quietas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Linda poesía...sigan escribiendo, sigan creando nuevos sentidos.